XIV

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Durante la clase de literatura romana, Park Jimin no puso prestar ni un poco de atención, no sólo por el hecho de no ver a Kim Taehyung en el salón, si no porque de un día para otro, todo había cobrado una energía pesada y algo sombría.

Considerando, claro, el hecho de haber tenido un terrible encuentro con Taehyung en la noche anterior, también el no haber pegado un ojo en toda la noche luego de eso, la clara amenaza y el estado de dolor en el que le había visto al moreno, que lejos de parecer algún loco desquiciado, en realidad había lucido como un hombre realmente herido.

No olvidaba tampoco aquella conversación con el padre Min de esa mañana, cuando aquel le propuso escapar juntos.

Al recordarlo, una sonrisa, pequeña y suave había adornado en sus labios, porque después de todo, aunque aquel amor prohibido que había causado todo aquel enredo, seguía siendo su prioridad, y amaba el hecho de saber que para el Padre Min, era igual.

- Park Jimin...- La dulce voz de una de sus compañeras de clases lo hizo dar un pequeño brinco sobre su asiento, sacándolo de aquel mar de pensamientos.

- ¿Uhm? - miró con curiosidad a la chica de cabello ondulado y rojo la cual tenía un leve sonrojo en su rostro y una sonrisa tímida.

- Perdona...- Le dijo con vergüenza - Es que esta mañana alguien vino a traerte esto...

Acercó al rubio un sobrecito blanco de papel.

- Como llegaste un poco tarde, me pidieron que te lo hiciera llegar...- Continuó- Fue una muchacha...

- Oh... Uhmm...- Jimin tomó el papel entre sus manos y le dio una pequeña sonrisa - Gracias MarIn...

-No hay de qué...

Vio como la joven sonreía y le hacía una corta reverencia antes de irse, respiró profundamente y abrió el sobre, era una nota.

''Señor Park... ¿Ha olvidado a su amiga?
Espero que no... Ven a la casucha por la tarde
Tomaremos el té...
- Hwasa.''

Sonrió al leer el pequeño escrito, le parecía curioso el hecho de que aquella mujer, a pesar de la vida que llevaba, tuviera una caligrafía realmente linda.

El sonido de la campana del medio día había resonado en ese instante, así que se puso de pie recogiendo todos sus libros, sin embargo, no salió junto a sus compañeros, se quedó unos momentos allí observando aquel lugar.

Durante toda su niñez y adolescencia, ese había sido como su segundo hogar, había sido en esa aula donde a los 14 años, descubrió su amor por la música y la danza contemporánea, cuando en una clase de cultura, su maestra les había enseñado sobre ella, había proyectado alguna cinta en las que se apreciaban increíbles números musicales de bailarinas realmente talentosas. Incluso, sintió un alivio enorme cuando en una de esas clases, había visto en una de esas películas, un hombre bailar tal y como él mismo quería hacerlo.

La maestra, cuando vio el interés que Park Jimin tenía sobre el tema, no dudo en continuar enseñándole, hasta que una tarde en la que no había nadie en el salón, lo vio practicando con una melodía en la rabio.

Sonrió al recordar las palabras de la dulce profesora al sorprenderlo haciendo aquello.

''Park Jimin continua... Eres realmente talentoso, yo apoyo tu sueño, sé lo que tú quieras ser...''

Con cariño siempre repetía esas palabras en su mente, cuando era víctima de las palabras de su padre que con dureza le decía que no debía si quiera pensar en bailar, ya que eso solo podían hacerlo las mujeres, que se vería mal en un caballero de buenos modales bailar de un lado a otro como una adolescente.

Half Moon~ YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora