El comienzo de una vida pte.1

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Alguna vez en sus tardes de prácticas en el viejo anfiteatro, cuando mientras se dejaba llevar por la melodía y su mente se permitía volar en el viento, la suave brisa del atardecer acariciaba su rostro rojizo y acalorado mientras una sonrisa genuina se formaba en su rostro al recordar al padre Min.

En esas tardes, divagaba inconscientemente en su imaginación, creando situaciones en las cuales aquel amor, además de ser correspondido, era aceptado y bendecido por su familia y Dios.

Porque, a pesar de todo, de las cosas buenas o malas que el rubio a lo largo de su adolescencia hubiera hecho, su temor por Dios era completamente sólido.

Al igual que lo que sentía por aquel hombre del camino y cuello de cinta blanca, aquel que cargaba una cruz de plata y vestía de toga blanca para impartir cada domingo la santa misa del Señor. Aquel que había roto desde el primer momento todos sus estribos y le había hecho, hasta el día de hoy, sentir vivo.

Tal y como alguna vez lo imaginó, como algo imposible o absurdo, ahora era una realidad.

Su madre, y a quien debía total amor y respeto le había dado su bendición para ir tras aquel hombre.

Para cuidar de él, para ver por él y con la promesa de volver junto a él.

Y su corazón latía, con alivio y miedo a la vez, alivio por irse de Mantún de la manera correcta, sin escapar, con la firme convicción de que tendrá a quien avisar por su bienestar.

En la tolva de aquel camión de carga, sentado sobre los bultos de granos de café, con su camisa blanca holgada, sus pantalones de gabardina negra y botas de cuero. En sus pies, aquel morral de tela repleto, no solo de su ropa, si no de bocadillos y presentes de parte de su madre, sostenido de los tubos metálicos y con una boina negra apretada en una de sus manos, Park Jimin miraba con anhelo aquella carretera, respiraba profundo en incontables ocasiones para poder, solo así, aliviar un poco aquellos nervios en su corazón.

El camino se le hizo eterno, los minutos mucho más, pero aquella presión en su pecho aumentó cuando la ciudad se alzó frente a sus ojos, y casi como si una fuerza mucho mayor que él le impulsara, bajó del camión agradeciendo a su dueño y emprendiendo el trote a donde se suponía debía estar Min Yoongi.

En cada esquina preguntó a cada transeúnte la dirección del centro de salud, muchos le dieron indicaciones y como por arte de magia, a unas cuantas cuadras pudo verlo.

Corrió a aquel lugar con miedo y fé, con mucha más fé.

- Disculpe...- Habló con temblor a la primera mujer de blanco que se cruzó – ¿Podría ayudarme? Estoy buscando a alguien, un hombre, de piel blanca y cabellera negra, estaba herido esta mañana, una herida de bala, venía con una mujer de piel morena...

- Oh si...- La enfermera le interrumpió – Pasillo 38, aún no ha salido de la cirugía, pero puede esperar allá.

- G-Gracias...- Susurró sintiendo su pánico aumentar, caminó por los pasillos hasta encontrar el correcto y respiró profundamente antes de continuar, cuando se adentró allí, pudo ver al instante el perfil de su amiga sentada en una de las bancasHwasa...

La morena giró de un sobresalto cuando escuchó su nombre y sus ojos se abrieron en demasía al ver al menor frente a ella, con su rostro pálido y sus ojos cristalizados.

- Jimin...- Susurró poniéndose de pie - ¿Qué haces aquí? Te he dicho que...

- No voy a irme...- Le interrumpió - He hecho las cosas bien... Mi mamá me ha dado su bendición y está orando por él...

Half Moon~ YMWhere stories live. Discover now