Extra: ¡¡¡He dicho que quiero mi ChengXi!!!

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La rutina de Jiang Cheng cambió desde la conversación que tuvo con XiChen. Cada mañana esperaba a XiChen en el aparcamiento y le llevaba un termo con una infusión de jengibre, melisa y tomillo, antes de ir a sus clases. El primer día XiChen pensó que había ocurrido algo y salió de su coche algo preocupado. Jiang Cheng simplemente le bufó y le obligó a coger el termo. Después se fue con las manos en los bolsillos y la cabeza en alto. XiChen se quedó en el aparcamiento viendo como se iba, sin entender qué pasaba exactamente. 

A partir del día siguiente, Jiang Cheng incluso añadió un pequeño paquete de galletas de avena al termo. XiChen solamente le sonreía cuando lo aceptaba y después veía a Jiang Cheng irse. Por las tardes, cuando Jiang Cheng estaba en la oficina, recogía el termo y le preparaba el té de jazmín de la tarde. Eso sí, entonces controlaba mucho la cantidad de dulce que comía. Cinco minutos antes de acabar su trabajo, cogió la costumbre de entrar al despacho a charlar con él, si no tenía visitas. Si lo notaba tenso, se acercaba y le daba un masaje en los hombros o en la sien. Poco después comenzó a recibir mensajes a la hora de la comida. Básicamente le recordaba que tenía que comer y que comiese algo de carne de cuando en cuando. A veces también le recordaba que se mantuviese hidratado.

XiChen se sorprendió. Nunca esperó que Jiang WanYin lo mimase hasta ese punto. Su ceño seguía estando permanentemente fruncido y seguía teniendo un humor volátil, pero era menos reacio a mantener una conversación. La primera vez que fue al especialista, se lo encontró en la sala de espera. Aquello le impacto. Era cierto que una de las labores de Jiang Cheng era organizar su agenda, y que él sabría cuando tenía programadas las visitas, pero no esperaba encontrárselo allí. Jiang Cheng incluso amenazó con montarle una escena si no le dejaba pasar con él. El loto había hablado más que en serio cuando dijo que tendría que soportarle durante los próximos ocho meses. Jiang Cheng haría tanto como estuviese en su mano para que tanto él como el bebe llegasen sanos y salvos hasta el final. XiChen no tenía muy claro si sentirse atacado o enternecido. 

Wei WuXian le aseguró que esa era la forma de Jiang Cheng de mostrar afecto. Jiang Cheng no era una persona de caricias y palabras dulces, sino de acciones pequeñas y que pasaban fácilmente desapercibidas. Le aconsejó que lo dejase ser mientras que no le resultase molesto. Si algo le molestaba, y lo mencionaba una sola vez, Jiang Cheng no lo volvería a hacer. Cuando le contó el episodio de la clínica, Wei WuXian se rió durante varios minutos. Le dijo que probablemente estaría tan avergonzado de estar allí, que realmente le hubiera montado una escena por puros nervios si hubiera intentado que se fuera. También le advirtió que tendía a malinterpretar las acciones de los demás y a soltar cualquier barbaridad que se le pasase por la cabeza, sin filtro alguno, cuando estaba realmente enfadado. A pesar de todo ello, si algo caracterizaba a Jiang Cheng, es que podía ser sincero y honesto hasta el punto de ser ofensivo, fuese con sus palabras o con sus acciones. 

Después de aquella conversación XiChen empezó a mirar a WanYin con otros ojos. Jiang Cheng siempre había sido una persona diligente pero distante. Por su carácter, la mayoría de la gente lo consideraba intratable. Se parecía tanto a la araña violeta, que la mayoría se mantenía cuanto más lejos posible, mejor. Desde siempre Wei WuXian había sido el único que permanecía a su lado constantemente, aun cuando era el objetivo, y la causa, principal de las explosiones malhumoradas del loto. Como cultivador tenía talento y potencial. Como futuro líder tenía carisma de sobra para hacer que la gente le siguiese y un temperamento irascible que hacía que los demás se lo plantearan dos veces antes de subestimarlo. Si manejaba a Zidian la mitad de bien que manejaba a Sandu, sin duda sería un líder increíble. En las escasas ocasiones que habían interactuado en las sectas siempre había sido cortes y reservado. Pocas veces atraía la atención hacia su persona. Y cuando necesitaba decir algo era claro, conciso y tremendamente directo. 

Ahora entiendo porque sonríe el Emperador...Where stories live. Discover now