Ahora entiendo porque sonríe el Emperador...

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15 años después...

El pequeño Lan Yue cumplía hoy 12 años. XiChen lo vio llegar a la cocina canturreando. Muy pronto le dio los buenos días y ayudo a poner la mesa para el desayuno. Poco después apareció su hermano menor, Lan Lie, de la mano de su hermano mayor, Shou. El pequeño pronto lo abrazó y lo felicitó a pesar de que seguía medio dormido. El mayor le acarició la cabeza y le revolvió el pelo como saludo. Espero a que el menor se retirase para darle a su hermano un abrazo.

Los tres siempre habían sido bastante cariñosos. Aunque seguían y respetaban las reglas del clan, XiChen siempre les había hecho llegar que no contuviesen sus sentimientos en casa. No quería que ninguno de ellos pasase por esa restricción en la única zona segura que tenían. No iba a permitir que llegase a afectarles como lo había hecho con WangJi.

Los tres pequeños eran auténticos Lan, pero tenían sus propios caracteres muy marcados. Shou era resolutivo y tajante. Era el único Lan que, respetando la cortesía, frenaba cualquier comentario u opinión que no le interesaba. Su heredero resultaba todavía más difícil de amoldar de lo que él nunca había sido. Enfadado era exactamente como Jiang Cheng, pero sin el toque de furia desbocada, en vez de eso le caracterizaba una calma fría que era mucho peor. Lan Shou era alguien que nadie quería ver nunca enfadado.

Yue, sin embargo, era bastante más dócil. De sus tres hijos era el que más se parecía a él. Tenía un toque de ingenuidad infantil que lo convertía en el principal compañero de aventuras de JingYi, y en el observador principal de sus peleas con Jin Ling. A diferencia de SiZhui, que siempre intentaba mediar entre ambos. Yue los animaba siempre que la discusión no pasase a mayores. A pesar de ello, su sola presencia solía suavizar las cosas más que las intervenciones de SiZhui.

Lie, sin embargo, era el más cariñoso de los tres. El más joven era puro pegamento. Algo silencioso e introvertido, siempre podías encontrarlo mendigando mimos y caricias. Si había un niño profundamente protegido en la familia era él. Enemistarse con él era poner a sus hermanos y primos en tu contra. No era tan activo como sus hermanos y prefería actividades mucho más intelectuales. Era un niño al que podías darle una caja de pinturas y olvidarte de su existencia hasta que terminase el dibujo. Eso sí, luego exigía sus buenos quince minutos de mimos a cambio.

XiChen estaba tremendamente orgulloso de los tres. A pesar de las dificultades que había tenido que enfrentar, nunca los cambiaría por nada del mundo. Poco después de que terminasen de desayunar, WangJi apareció con SiZhui y Yuan. Por lo visto habían dejado a JingYi y Wei WuXian durmiendo. Lie no tardo en abalanzarse sobre sus primos para pedir abrazos.

Nunca pensó que WangJi sería una persona tan dedicada a sus hijos como lo era. Desde el nacimiento de SiZhui, se volcó por completo hacia su familia, amenazando con renunciar a su posición en la secta si se le privaba de disfrutar de ella. Cuando un par de años después Wei WuXian quedo embarazado, los Lan temieron lo peor. El resultado fue que el pequeño JingYi era sin duda el Lan menos Lan de la familia. Se parecía mucho más a su madre que a cualquier Lan. Sin duda era uno de los miembros más queridos de su familia. También había conseguido sacar ese don de su madre de atraer a todos sus primos a su alrededor. Y a los problemas. JingYi era un pequeño tornado que revolucionaba el receso de las nubes con su sola presencia.

Yuan, por el contrario, era una versión ligeramente más expresiva de su madre. Para XiChen era como volver a tener a WangJi de niño, con la única diferencia de que no necesitaba traducir sus emociones. No dudaba en inflar sus mejillas cuando se enfadaba, ni en sonreír cuando acariciaba los conejos.