5. Despertar amargo

48.4K 2.9K 121
                                    

Estaba en esa área clara de nuevo. Sola. Desamparada; pero esta vez, esta vez no llovía encima de mí. Estaba simplemente ahí, caminando sin saber realmente donde estaba el final. Todo era tan brilloso y tan triste.

¿En donde estaba? Miré mis manos intentando realmente verlos; y esta vez, gratamente, pude observar mis dedos e inclusive mis piernas con cierta precisión. Era la primera vez, que en un sueño, podía ver mi cuerpo tan lucidamente. ¿Mi piel era oscura? Este color no era el negro.

Froté entonces mis dedos unos con otros, y fue ahí que me di cuenta que en realidad era una sustancia la que me bañaba entera. No era mi piel, pero tenía un color curioso.

Impertinente, llevé mi mano hacía mi nariz para conocer el aroma de ese liquido espeso que era nuevo para mí. No tenía olor alguno, así que, aún fisgona, lo llevé a mi boca. Prácticamente su sabor era algo muy diferente a lo que antes había probado.

Su embocadura era metálica, pero dulce y picosa... justo el gusto perfecto para convertirlo en algo completamente adictivo. Por eso, aquel líquido desapareció de mis manos a los pocos minutos. Terminé comiéndomelo todo, buscando hacia al frente, por más de aquello que me había dejado insatisfecha.

Mi sorpresa fue, que al mirar al frente, ya no había más.

Intenté preguntar por si alguien yacía conmigo en esos momentos, pero de un segundo a otro, sentí un intenso y agudo dolor en mi pecho. Callándome, tan sólo llevé mis manos hacía mi corazón, sintiendo luego el palpitar de mi ser y como toda mi mano se empezaba a empapar de ese liquido que tanto había degustado y que, por el momento, tan solo quería devorar.


.

Desperté agitada y sudorosa sobre la camilla que no podía reconocer. Por el olor de la medicina y ciertos cables entrelazados en mi muñeca, pude predecir que no estaba en mi recamara y que por tanto, me habían llevado a ese odioso hospital que siempre me había puesto los pelos de punta.

El aparato que marcaba que aún estaba viva, pitó múltiples veces. Aquello, junto con mi dolor de cabeza, me hizo llenarme de pánico. Nunca me habían gustado los edificios custodiados por los doctores y enfermeras, precisamente porque demostraban que mi vida no era normal y que siempre había tenido que acudir a esos edificios para escuchar múltiples mentiras y recibir cientos de palabras llenas de altruismo.

Suspiré amargamente por eso y, tratando de olvidarme de aquel pensamiento, tan solo acerqué una mano hacia mi rostro para quitar el exceso de sudor que me había causado aquella fantasía extraña que había tenido antes de despertar. Fue entonces cuando pude darme cuenta que tenía una venda sobre mis ojos. La palpé por unos segundos y al final, sonreí. ¡Qué tontos! ¿Para qué me vendaban? Solo malgastaban dinero en las cintas.

«¿Por qué no puedo estar en ese lugar de antes?» Pensé amargamente, antes de admitir querer volver a tener tan delicioso sueño. ¿Por qué estaba ahí para empezar? ¿Cuáles habían sido esos colores que había visto? ¿Sería posible que sí existieran en realidad?

Aquella pregunta me la hice de nuevo, quedándome entonces sin respuesta. ¿Qué había pasado ayer? Respiré profundamente, intentando hacer memoria de la noche pasada. Recordaba a mi mejor amiga invitándome a la fiesta de Halloween, el olor a cigarro y sudor mezclados con la música electrónica... ¿pero y luego? ¿Qué había pasado luego? ¿Por qué me encontraba en un hospital totalmente sola y con una venda sobre mis ojos ciegos? Quedé expectante a que alguna respuesta llegara a mi mente, pero aquello nunca ocurrió. Era como si hubieran borrado mi memoria o al menos se hubiera dañado.

Aguardé entonces a que alguna persona llegara a mi lado y que me explicara el motivo de mi presencia en ese lugar que simplemente no era de mi agrado.

Y como si mis deseos fueran escuchados, pude oler el olor a hierba y menta entrando a la habitación.

Colores oscurosWhere stories live. Discover now