Capítulo 22

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Penny respiró profundamente, aspirando el delicioso aroma del mar, y abrió los ojos. Sonrió ante el hermoso paisaje. La suave arena dorada acariciaba sus pies mientras el mar ofrecía un espectáculo azul celeste hasta donde alcanzaba la vista. Era realmente precioso. Siempre le había gustado la playa, aunque en Omaha el océano estaba a muchísimos kilómetros de distancia en cualquier dirección. Le hubiera encantado crecer cerca del mar. Eleanor sonrió al ver su reacción.

- Hermosa vista, ¿verdad?

Penny le devolvió la sonrisa.

- Realmente preciosa. Son ustedes muy afortunadas por vivir aquí.

Eleanor contempló la playa, con una mueca de nostalgia.

- He venido a esta playa casi desde que tengo memoria.- dijo.- Mi padre solía traerme y paseábamos y jugábamos en la arena.- sonrió.- Tengo muy buenos recuerdos de este lugar. También he traído aquí muchísimas veces a los chicos. Especialmente a Moonpie.- continuó, esbozando una tierna sonrisa.- Cuando volvía del colegio con la ropa manchada y triste, tras sufrir las pesadas bromas de sus compañeros… siempre lo traía aquí. Se sentaba a mi lado en la arena y, durante horas, permanecía quieto, mirando el mar mientras lo abrazaba.

Penny sintió una enorme oleada de pena, imaginando a un inocente Sheldon de ocho años, con los ojos tristes por culpa de sus imbéciles y retrasados compañeros de clase. Eleanor pareció leer la tristeza de la chica y le sonrió cariñosamente.

- Yo siempre le consolaba diciéndole que no hiciera caso, que él era mucho más que el niño flacucho que menos corría de la clase. Que valía muchísimo más que todos ellos, por su hermoso corazón y su maravillosa mente. Le decía que, cuando pasara el tiempo, se convertiría en un genio extraordinario, un gran científico, y que entonces no daría ninguna importancia a lo que los demás pudieran decir de él.

La chica sonrió. Cierto, parecía que su abuela había adivinado el futuro de Sheldon con bastante precisión. El físico no podía tener la autoestima más alta… en lo que se refería a sus capacidades, evidentemente. Pero también tenía la sensación de que era más vulnerable de lo que hubiera imaginado… antes de conocerle. Antes de profundizar en esa dura coraza que lo envolvía.

Sus pensamientos se vieron bruscamente interrumpidos por una exultante Missy, que surgió tras ellas.

- Penny, te echo una carrera hasta la orilla. La última en llegar tiene que tirarse de cabeza al agua.- retó, divertida.

- ¡Oye, eso no es justo! ¡Tú ya te has quitado la ropa!- protestó la chica rubia.

Pero Missy sólo le devolvió una risita maliciosa y echó a correr a toda velocidad. Penny la maldijo, sacándose a toda prisa los shorts y el top y salió corriendo tras la chica morena.

- ¡Eres una tramposa, Missy Cooper!

Y además, una corredora endiabladamente rápida. Penny apretó los dientes. Jamás permitiría que una texana la ganase en una carrera. La chica rubia aceleró el paso y la alcanzó. Pero la vertiginosa carrera hizo que al final las dos tropezaran y cayeran de cabeza sobre la arena, riendo a carcajadas. Eleanor rió suavemente al verlas. Después se volvió hacia su nieto. El joven estaba paralizado viendo la escena. Advirtió que había dejado de respirar en el mismo momento en que Penny había lanzado al aire sus escasas prendas de vestir. También advirtió que Meemaw le estaba mirando con una sonrisita sospechosa. Recuperó la compostura rápidamente y descolgó del hombro la pequeña hamaca, agachándose para colocarla sobre la arena.

- Ya puedes sentarte, Meemaw.- le dijo con una sonrisa.

- Gracias, cielo.- dijo la anciana, apoyándose en su brazo y sentándose.- Se está divinamente aquí.

La teoría es más sencilla que la realidad Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang