Capítulo 39

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Penny corrió apresuradamente, maldiciendo aquellos incómodos zapatos. No, no iba vestida ni calzada de la forma más adecuada para correr. Pero aún así, no dejó de hacerlo. Estaba preocupada. Sheldon había desaparecido de la fiesta, después de la increíble escena que había ocurrido por culpa de aquel idiota, y no tenía ni idea de dónde podría estar. Cuando Sheldon quería esfumarse, nada ni nadie era capaz de encontrarlo. La chica se detuvo, sin resuello, en una esquina de la calle. Se maldijo por enésima vez. Sheldon nunca había estado convencido de acudir a esa maldita fiesta y ella le había empujado a hacerlo, sin tener ni idea de lo que… podría pasar. Jamás pudo imaginar que… el acoso al que se vio sometido de pequeño llegara a ese nivel. Bueno, evidentemente, ella sabía lo crueles que podían llegar a ser los niños y los adolescentes. Y claro, Sheldon era el prototipo de genio nerd y el blanco perfecto para los abusones. Pero se suponía que eso formaba parte del pasado. Sheldon ya no era un niño indefenso y sensible. Penny tragó saliva. Bueno… al menos, exteriormente, no era un niño. ¡Por todos los…! Aquello era una completa locura. Se trataba de Sheldon Cooper, quien tenía dos doctorados, un máster, 187 de C.I y una aplastante confianza en sus brillantes capacidades. Pero por otro lado, también era Moonpie, el adorable y sensible Moonpie, capaz de tener pesadillas con Goofy. Penny no pudo evitar sonreír. ¿Por qué era tan… complicado? Claro, eso es lo que pasaba cuando tenías un novio que era un genio. Con los idiotas la vida era mucho más sencilla… aunque también más aburrida. Caminó meneando la cabeza. Si hace tan sólo unos años atrás le hubieran dicho que estaría en esa situación… jamás lo hubiera creído. Aunque, ciertamente ahora mismo no podría imaginar volver a vivir como antes. Sí, por increíble que pareciera, esa panda de cerebritos la había cambiado por completo. Y estaba claro que ser la novia de Sheldon le había alterado para siempre el cerebro.

Alzó la cabeza, derrotada. Si tan sólo pudiera encontrarlo… Sabía que estaría solo, dolido, herido… Y ella siempre le había consolado. Suspiró con pena, imaginando perfectamente su triste cara. Una brisa fresca le acarició el rostro. Olía a mar… Evidentemente, la playa estaba a apenas unos metros de distancia. De pronto, una bombilla pareció encenderse en su cerebro. ¡Claro, la playa! Meemaw decía que siempre se llevaba a Sheldon a la playa cuando estaba triste. La chica se quitó los zapatos y echó a correr. Sintió un delicioso alivio en sus doloridos pies cuando pisaron por fin la fresca y suave arena. Miró por todas partes, forzando a sus ojos a distinguir algo en la oscuridad. De pronto lo vio. Sheldon estaba sentado en la arena, rodeando las piernas con sus brazos en un gesto muy típico en él, y con la mirada perdida en el cielo. La chica sintió que una lágrima asomaba a sus ojos. Por un instante deseó volver a la fiesta y matar a aquel idiota… sí, Larry. Pero su atenció volvió irremediablemente al joven físico. Se acercó despacio, como si no quisiera perturbar su silencio. Pero el agudo oído vulcano enseguida funcionó. Sheldon volvió la cabeza y sus ojos se encontraron. Penny tragó saliva al ver aquella profunda mirada azul.

- Ho… hola.- dijo simplemente.

Él pareció suavizar su mirada, algo confuso. Trató de concentrarse de nuevo en el cielo, pero la hermosa aparición se lo puso difícil. Bajó un instante los ojos.

- Hola Penny.- contestó él.

La chica se quedó un momento inmóvil, sin saber qué hacer. Sheldon había vuelto a mirar a un punto en el horizonte. Finalmente, Penny se agachó y se sentó a su lado. Por desgracia, ese precioso vestido no estaba diseñado para sentarse como si estuviera de excursión. En el momento en que logró sentarse, se oyó el inconfundible sonido de la tela rasgándose.

- Ops… ¡Oh, mierda!- fue lo único que pudo decir Penny. Genial, justo se había roto en el trasero.

Sheldon la miró sin parpadear, con los ojos bastante abiertos, mientras la chica maldecía por lo bajo. Penny dejó caer un instante la cabeza, derrotada. Resopló.

La teoría es más sencilla que la realidad Where stories live. Discover now