Ignorada - Aclamada

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Lauren's Pov


-¡Hermanita! - Exclamó mi persona preferida, provocando que dejara de leer la novela que sostenía en mis manos. - ¡Deja de leer eso y toma esto otro! - Extendió su brazo hacia mi con una carta.

La miré sonriendo y negué con la cabeza, dejando mi ejemplar de Orgullo y prejuicio a un lado en el sofá y tomando la carta de sus manos. Mi hermana Taylor era de esas personas que desbordaba alegría todos los días del año, era una de las luces de mi vida. Abrí el sobre cuando vi el remitente y me puse nerviosa al leer, notando como la alegría iba llenando mi cuerpo a medida que seguía leyendo.

-¡Me han aceptado! - Exclamé ilusionada.

-¿¡Sí!? ¡Te vas a la universidad!

Me levanté del sofá y abracé a mi hermana efusivamente, levantándola del suelo. Pensaba y estaba casi segura de que no me aceptarían y que tendría que ir a Harvard, que tampoco me parecía una mala opción, pero Princeton… ¡La Universidad más prestigiosa de EEUU! Me sentía simplemente como si me hubiese ganado la lotería.

-¿Ves? Sabía que lo conseguirías.- Dijo mi hermana cuando la dejé en el suelo con una enorme sonrisa de sinceridad.

-Es que simplemente no puedo creerlo.

-¿Qué es todo este escándalo?- Preguntó mi madre entrando al salón.

-Han aceptado a Lauren en Princeton-. Exclamó mi hermana.

-¿De verdad, cariño?- Preguntó mi madre con una sonrisa. Asentí. - Oh, Dios mío, ¡eso es maravilloso!

-Sí, tenemos que empezar a prepararlo todo, te irás lejos y necesitarás muchas cosas. - Puse los ojos en blanco.

-¿Qué vas a preparar Tay?

-Tenemos que mirar muchas cosas, entre otras la ropa que te vas a llevar. - Volví a poner los ojos en blanco.

-Ya he aprendido la lección Taylor. - Pasó su mano por mi cabello, aquel que algún día había sido aprisionado por las colas altas.

-Siempre puedes aprender más.

Taylor había sido la clave de mi cambio. Ella había vuelto de la Universidad y había echo mil y una prácticas conmigo, había sido su conejillo de indias. Me había quitado las colas, me compró lentillas, cambió mi ropa y fue la primera que quiso acompañarme cuando tuvieron que quitarme la ortodoncia.

Ella fue la que me enseñó a sentirme segura, la que me ayudó a cambiar mi forma de ser, a no vivir en aquel pasado que todavía el día de hoy recordaba algo triste, a no sentirme insignificante o menos que los demás y la que se empeñó en conseguirme una novia que obviamente no acepté. Le debía mucho a mi hermana. Porque ella me aceptaba tal y como era.

Agarré por debajo sus rodillas cuando se enganchó a mi cuello con los brazos. Miré a mi madre sonreír y yo simplemente puse los ojos en blanco cuando sentí como mi hermana besaba mi mejilla.

-Me iré contigo las dos primeras semanas.- Abrí los ojos sorprendida.

-¿Por qué? ¡No, no, no! Puedo arreglármelas sola, Taylor.- Dije ayudando a que bajara de nuevo al suelo. - Ya no tengo 15 o 16 años.

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