La Rosa Roja (Sonamy)

Capitulo 25

La noticia de la "experiencia cercana a la muerte" de Amy con la bestia se había extendido como pólvora por toda la aldea. Los aldeanos se pusieron en estado de pánico y alboroto, ahora nadie se sentía seguro sabiendo que una criatura tan peligrosa podía entrar a sus hogares y atacar a cualquiera a la vista. Los hombres habían comenzado a realizar patrullas nocturnas para cazar a la bestia, buscando en el bosque de arriba a abajo con la esperanza de atrapar al monstruo. Las esposas y los aldeanos ancianos se quedaron dentro de las fronteras de la ciudad mantuviendo a sus hijos allí, encerraron sus casas y se quedaron seguros dentro de ellos una vez que oscureció afuera.

Amy, por otro lado, estaba absolutamente prohibida de aventurarse afuera una vez que había pasado la puesta del sol, y nunca debía alejarse sola sin alguien a su lado. La trasladaron a dormir en la habitación de su abuela, donde la vigilaron muy de cerca. Amy nunca antes se había sentido tan atrapada en su vida, y simplemente se sintió terrible por causar todo este desastre en primer lugar. Ahora también se sentía sola, ya que hoy en día apenas tenía la oportunidad de ver o incluso hablar con el erizo azul una vez que se había extendido la noticia del incidente. Sophia parecía ser la más afectada por el evento, mucho más que Amy o la abuela Rose, y comenzó a considerar irse y llevarse a Amy a casa con ella. Le había pedido una y otra vez a la abuela de Amy su permiso para llevar a la niña  con ella, pero la eriza mayor no estaba muy confiada sobre esa idea. Amy temía absolutamente la idea de abandonar este lugar al que ahora llamaba su hogar, aunque, por supuesto, no podía decir nada al respecto.

Finalmente, la abuela Rose terminó de acuerdo con el plan de Sophia, aunque quería comprobar el lugar para ver si era realmente seguro para Amy vivir allí. Eso significaba que los dos tendrían que dejar a Amy sola en la cabaña, y eso también significaba que necesitaban a alguien que la cuidara en ausencia de su abuela. Pero, ¿quién cuidaría de ella?

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Los últimos tres días habían sido un infierno absoluto; no había otra forma de describirlo. Cada vez que intentaba ir a ver a Amy durante el día, Sonic de alguna manera se dejaba llevar por las cosas frenéticas que ocurrían en el pueblo. Se mantuvo tan ocupado que el sol casi se habría ido y solo tendría unos segundos preciosos para escapar diciendo que saldría a patrullar de noche. Apenas llegaría al bosque antes de que la maldición entrara y lo convirtiera. Aunque tratará de no hacer ruido, alguien siempre lo encontraba.

Los cazadores habían comenzado a recurrir el uso de perros para rastrear a la bestia por la noche, y esas cosas eran tenaces. A menudo tenía que recurrir al uso de las ramas de los árboles para cubrirse, y debido a su hombro lesionado resultó un desafío escalarlas. Sonic apenas dormía, y realmente estaba empezando a afectarlo. Necesitaba un lugar donde pudiera descansar, y qué coincidencia resultó ser. La razón era porque había escuchado que la abuela Rose estaba buscando a alguien que pudiera quedarse con Amy durante unos días mientras ella iba con Sophia a inspeccionar personalmente la casa de la mujer. Sonic aprovechó la oportunidad, y tan pronto la vio, la aprovechó.

Así que ahora era casi mediodía ese séptimo día de junio cuando llamó a la puerta de la abuela Rose, haciendo todo lo posible para ocultar su agotamiento. La eriza mayor fue la que respondió, con los ojos muy abiertos por la sorpresa al ver el azul borroso.

"¿Sonic? ¿Qué te trae por aquí querido?" ella preguntó.

Una sonrisa cruzó sus labios mientras se frotaba detrás de su cabeza. "Escuché que estabas buscando a alguien que se quedara con Amy por un tiempo. Como todos los demás están ocupados, pensé que tal vez vendría a ofrecerte".

La abuela Rose sonrió. "Eso es muy dulce de tu parte querido, pero no podría pedirte que hagas eso".

Se rio un poco. "¿Por qué no? Prácticamente vivía aquí antes".