Prólogo

487 25 1
                                    

- ¿Querías verme papá? - dije entrando al pequeño despacho que hay en casa.

- Si hija... - su rostro muestra total preocupación - Hay problemas con la procesadora, tenemos una gran deuda con nuestro principal proveedor y nos está exigiendo pagarle.

No se muy bien de quien se trata pero si estoy al tanto de que nos ha salvado en muchas ocasiones.

- ¿De cuánto es la deuda papá?

- Treinta millones de dólares.

- ¡¿Es broma?! - jamás llegué a imaginar que esto fuese posible - ¿Por qué tanto dinero?

- El problema es el siguiente - esto ya no me esta gustando - Esta mañana fue a mi oficina para arreglar esto, accedió a perdonarnos.

- ¿Pero...?

- Con la única condición...

- Ya dime de que se trata papá.

- Nos perdona la deuda a cambio de que tú te cases con él .

- ¡¿Qué...?!

********

- ¡¿QUÉ DIABLOS SUCEDE CONTIGO MEGAN?!

- ¡NO ME LEVANTES LA VOZ! Yo no soy otra más de tus empleadas.

- Si te supieras comportar como una verdadera esposa no tendría motivos para gritarte.

- Por mi puedes irte al mismísimo infier... - una fuerte bofetada me hizo girar mi rostro y caer al piso de la habitación.

- Eso es para que aprendas a comportarte... - se quitó su camisa y luego bajó el cierre de su pantalón - Y esto... para que sepas que soy el único hombre que puede tocarte a su antojo.

Razgó mi vestido y mi sostén, me tomó del cuello y nuevamente me hizo suya a la fuerza.

********

- ¡Estoy harta de ser únicamente tu juguete! Merezco siquiera un poco de respeto de tu parte Adam.

- No tienes nada que reclamar, para eso estás aquí, para abrirte de piernas cuando yo quiera.

Algo dentro de mi volvió a romperse, justo cuando creí que podía salvarse un poco de lo que tenemos en estos meses, sin embargo todo fue una ilusión.

- ¿Sabes qué? Eso tiene solución. Hoy mismo me largo de este infierno al que me has condenado.

Cuando estoy a punto de bajar por las escaleras me toma fuertemente del brazo y me obliga a encararlo.

- ¡Tú no vas a poner un pie fuera de MÍ casa!

- ¡Adam por favor... me está lastimando!

- Al firmar esa acta, te comprometiste para toda tu vida.

- No me importa... ¡Te digo que me sueltes porque me lastimas!

- ¡¿QUIERES QUE TE SUELTE?! ¡¿QUIERES QUE TE SUELTE?! ¡ENTONCES TE VOY A SOLTAR!

En ese momento siento como mi brazo es liberado y mi cuerpo comienza a rodar por las escaleras.

Solo escucho los gritos de Laura y Helena antes de caer en la inconsciencia.

- ¡MEGAAAAAAAAAN!

Solo pensé en mi pequeña hija.

Aunque duelaWhere stories live. Discover now