Capitulo 7

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Wilmington, Estados Unidos.

     El señor Thomas volvía a visitar la comisaría principal de la ciudad a cargo del tema de su hijo.

- ¿habéis sabido algo? - le pregunta al comisario a cargo sentado en su silla.

- nada - responde con miedo - le prometo que estamos haciendo hasta lo imposible, estamos buscando por todos lados, tengo equipos de búsqueda por toda la ciudad.

- no parece suficiente - le dice decepcionado, algo que molesta bastante al oficial a cargo.

- señor Thomas - le responde con un tono serio el señor que ahora se pone de pie y lo mira de frente - usted sabe perfectamente el gasto que ocasiona movilizar a un grupo como el nuestro mañana tarde y noche para buscar a su hijo, estamos dándole prioridad por ser quien es, pero hay más casos, hay mas gente en esta ciudad, estamos haciendo hasta lo imposible por encontrar a Max y lo conseguiremos, pero le pido que tenga paciencia y que sea consciente de todo lo que esto conlleva, tengo agentes apenas sin dormir, con todos sus respetos me gustaría que valorara lo que estamos haciendo en ves de tirar nuestro trabajo por tierra.

- ¿sabe que comisario? - el respetado señor de pone de pie y lo mira a los ojos - quiero a mi hijo de vuelta, y no me importan sus agentes, no me importa el dinero, no me importan los demás casos - sus ojos radiaban rabia - resuelva este asunto cuanto antes o tomare cartas sobre el asunto.

- con sus disculpas señor Robinson...

El señor Thomas sale de la oficina sin dejar que el hombre terminara de hablar, nadie nunca lo había visto así, era un hombre que de normal siempre inspiraba respeto, y todos sabían lo que le había costado y lo mucho que había luchado por su cargo y llegar donde estaba. Sale colocándose sus gafas negras y montándose en el auto que lo lleva de regreso a casa.

Tiene los labios cortados, incluso puede sentir hasta dolor, la garganta seca y las ojeras muy pronunciadas. Sus manos están atadas a la bardilla del respaldo de una cama, donde permanece el mayor tiempo acostado, el largo de la cadena que lo sujetaba solo le permitía moverse a ambos lados de la cama, a su izquierda tenía un orinal donde hacía sus necesidades, y en la derecha un sitio para ducharse.

- toma - le dice el hombre encapuchado dejándole un cubo con agua fría y un gastado jabón a su lado - date una ducha, empiezas a oler mal - continua con un tono desagradable.

- no quiero ducharme - le responde sin fuerzas apenas para hablar.

- no quiero tener a un cerdo como prisionero, así que no hay opción, levántate y dúchate.

A duras penas logra sentarse sobre la cama y apoyarse en el cabecero de esta, lo mira sentado frente a el a unos metros de distancia, es imposible reconocerlo con ese pasamontañas.

- vas a sacarme de aquí ¿verdad? - se atreve a preguntarme, a lo que el hombre serio frente a el no le responde - si - sonríe levemente - vas hacerlo, ¿sabes porque? - seguía sin tener respuesta - porque si tu intención fuera matarme no te importaría que te viera la cara - el hombre respira furioso y achica los ojos mirándolo de frente - pero no te interesa que sepa quien eres para cuando salga de aquí, ¿Qué quieres? - hace un breve silencio estudiando la reacción del hombre que permanece inmóvil frente a el - ¿dinero? - termina diciendo - ¿haces esto por eso? - lo vuelve a mirar fijo a los ojos - ¿Cuánto quieres?

El hombre se pone de pie y se acerca a el joven, esta muy cerca de el, sus frentes casi están pegadas.

- no me toques los cojones Max Robinson - le dice bajito, casi susurrando - si no dejo que me veas es porque aun me estoy pensando que hacer contigo, pero a lo mejor un día de estos me canso y te pego un tiro aquí - con el dedo índice de su mano derecha le hace presión en medio de la frente - y entonces si que vas a ser libre.

El chico de la calle de Atrás 2Where stories live. Discover now