XXIV

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Duncan

(Stirling- Escocia)

Una semana después...

Duncan MacGregor, Duque de Rothesay en sus treinta y cinco años de vida, hasta el momento nunca había estado en una situación tan bochornosa como la que vivió ese día.

Le hubiera encantado que fuese una pesadilla.

Esa que quedo atrás con la semana que llevaban residiendo en el domicilio que portaba en el centro de Escocia, no siendo precisamente el campo abierto que tanto disfrutaba, pero lo bastante reconfortante para poner en orden sus ideas sin dejarse guiar por la calentura del momento.

Una que cada vez que gozaba de la compañía de su mujer se hacía más insostenible.

Como una tortura, que no comprendía como sobrellevar sin decir algo impropio que los pusiera incomodos.

Por eso en ese tiempo había optado por no compartir demasiado con ella, la cual le miraba cada que se topaban en una estancia, de una forma que no sabía descifrar, pero que lo ponía a tragar grueso, esquivándole como si fuese un chiquillo atolondrado en frente de la primera mujer que ha tenido el poder de llamar su atención.

Exhaló con fuerza, dejando las cuentas de lado, para recostarse en la silla mirando hacia el cielo del estudio, enfocándose en la araña que colgaba de este admirando como el viento la movía, sacándole un sonido peculiar, embelesándolo en el proceso.

Con la chimenea encendida, dándole calidez a la habitación.

Esa residencia a la que aún no le había colocado un nombre, era su espacio personal.

Un refugio, en el que podía sentirse el, hallando una paz que no concebía en ningún lugar.

La había adquirido tiempo después de que recibiese los requerimientos para hacerse a la que sería su pareja de vida, no estando ligada al título, solo a él.

No habiendo llevado a nadie hasta el momento a excepción de su mujer.

Una que seguramente estaría en campo abierto disfrutando del clima templado.

De ese frio que calaba en los huesos, pero que cuando choca en la faz adormece los agobios.

Un espacio que le hubiese encantado compartir con ella si no fuese porque tenerla cerca, aun continuaba sin poder procesar al entero lo que le hacía sentir, porque no le provocaba específicamente rechazo.

Muestra de eso, que pasar por su puerta sin abordarla en las noches le parecía una tarea titánica, que cumplía como el mejor de los soldados.

Respetando su espacio, sin mencionarle nada de una consumación que continuaba sin concretarse.

No por falta de ganas, si no de señales.

Porque podría tomarla como un cavernícola, pero anhelaba que fuese menos mecánico.

Consensuado por ambas partes.

Que se disfrutase de forma similar.

No por mera obligación.

Pues ya la posición no estaba en discusión.

...

Salió de sus cavilaciones cuando unos toques dubitativos en la puerta resonaron por el lugar.

Miró la entrada enarcando una ceja esperando que se reafirmaran para comprender si eran reales, cosa por la cual no tuvo que esperar porque sucedió al instante concediendo un siga sin siquiera erguirse.

UNA OPORTUNIDAD PARA AMAR (LADY ESPERPENTO) © || Saga S.L ||  Amor real IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora