XLI

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Hola mis amores preciosos.

Lamento la demora.

he estado un poco liada, pero saben que no los olvido.

Para los que quieran leerla de un tiron recuerden que esta a la venta con epilogo en amazon.

Para lo que no pueden hacerse a ella les agradeceria que se pasaran por halla y me dejaran su comentario y la respectiva puntuacion en goodreads.

Encuentran los link en mi perfil.

Por otro lado, el fin de semana habra actualizacion de la historia de sebastien.

Asi que pendientes, ya estoy escribiendo el cap.

Besos. 

Jen.

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Duncan

—¿A qué debo el intempestivo arrebato, Lady Catalina? — miró atentamente a la mujer de su mejor amigo, que sabía de ante mano lo odiaba desde que osó a meterse con su sobrina, después de que contuviese el arrebato de la pequeña Aine, quien lo esperaba apenas terminara el intercambio con su progenitora.

Le habían interceptado cuando estaba a punto de irse, mirándolo de una manera en que la preocupación a la par de la amargura quedaba más que plasmada en sus rostros, el de la mayor un tanto marchito por no saber el verdadero rumbo tomado por su pequeña Ángeles.

O mejor dicho intuyéndolo, puesto que entendía más de lo que hasta su esposo alcanzaba a dilucidar.

Es que sentía que le fallaba a aquella niña, que prometido cuidar desde que su hermana se la encargó.

Desde que su deceso fue algo que la destrozó.

Fracasando sin poder hacer algo para remediarlo, a menos de que recurriera a la persona que tenía en frente, puesto que era el único que veía con la fuerza y las armas para luchar esa batalla.

...

Lo llevó a la parte más alejada del castillo, cuando se vieron solos, libre del personal para que hablaran sin testigos.

—Velo con tus propios ojos— le extendió un papel doblado, que a todas luces se trataba de una carta.

La tomó un poco dudoso, pero al comenzar a leerle e identificar la letra de su esposa algo dentro de su corazón se detuvo.

Es cierto que ella no le había enviado muchas notas, o algo que se le pareciese, pero cuando la observaba enseñándole a los pequeños del castillo, o escribiendo deducciones en el costado de los libros que leía no podía evitar quedar embelesado con el brillo que expedía, prendándose de su perfecta calografía en ese tiempo que no estuvo, teniendo como parte de sus recuerdos aquello que comentaba pretendiendo dar su sincera opinión, haciéndolo sonreír al ver su apasionado cavilar.

Es que era exquisita en todos los sentidos.

Se relamió los labios, y sin dilación procedió a leer.

«Querida tía Catalina.

Sé que está preocupada por la manera en que partí, y le puedo asegurar, aunque esta sea mi primera comunicación con usted después de semanas, que me encuentro en perfectas condiciones y que nada me hace falta.

UNA OPORTUNIDAD PARA AMAR (LADY ESPERPENTO) © || Saga S.L ||  Amor real IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora