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Austin

Un año después...

(Londres – Inglaterra)

Julio de 1803...

Después de unos años lejos, nuevamente pisaba las tierras que lo vieron crecer.

Esas mismas que le traían recuerdos de todas las envergaduras.

Sobre todo, uno en concreto, que no había podido olvidar, porque ahora sabía que necesitaba un cierre, solo que no de la manera usual.

No como lo hacía un simple mortal, menos cuando ni su nombre denotaba una insipidez que estaba lejos de ostentar.

Por eso es por lo que, posterior a un par de días de su regreso, se tomó el trabajo de pisar un club, que, aunque pareciese solo por divertimento, lo cierto, es que el lugar estaba lejos de ser lo acostumbrado y por ende de su agrado.

Lejos de siquiera parecerse al Brooks, pues ese lugar no destilaba el olor a riqueza que tanto les encantaba a los Lores, que claramente no se asomaban si quiera a pedir una vaga dirección.

Se tapó la nariz mientras fruncia el ceño, pues el olor a sudor, mezclado con el almizcle de licor de mala calidad y tabaco, provocaba que ni siquiera se pudiese respirar.

Se abstuvo de escupir al ver el suelo, comprendiendo que su saliva era más pulcra que ese piso, en donde la mugre caminaba como si fuese un cliente más sin ser notada.

Suspiró de forma dramática mientras con cada paso que daba se internaba en la estancia, llamando la atención de las pocas personas que quedaban sobrias en ese lugar.

Siendo solo un par de infelices, en conjunto con las mujeres de dudosa reputación que los emborrachaban para arrancarles las migajas de dinero, y pertenencias de sus bolsillos.

Con el sombrero de copa que aun llevaba en la cabeza tomándolo hizo una sutil inclinación, obsequiando su sonrisa a la par de guiño a las señoritas que se ruborizaron abanicándose con las manos.

¿Cuándo habría sido la última vez que avistaron a un hombre medianamente decente?, porque sin saber con exactitud se notaba que demasiado.

Se acercó a la barra sin tocarla.

Posándose en medio de dos personas perdidas en la borrachera, y cualquier sustancia que borraba las ideas.

El mero aroma que destilaba hizo que se girase el hombre que servía los tragos, al reconocerlo como lo diferente del lugar.

Su camisa algo amarillosa, reluciendo con un par de botones desabrochados, mostrando parte del pecho sudado, y algo de bello.

Piel algo bronceada por el sol, delgado, de mediana edad, cabello largo.

Lo observó de forma despectiva apoyándose en la barra, después de pasarle un trapo repudiando lo mugriento del lugar.

Pero que más se podía esperar de la zona lúgubre perteneciente al Soho, una de las partes más variopintas de West End.

En pocas palabras un completo moridero, que ni letrero portaba, resaltando los muebles raídos, y la bebida de mala calidad.

Podría asegurar, que si no salía con una enfermedad esa noche es porque desde el cielo su progenitor estaba cuidando a su heredero.

—¿A qué se debe el honor de ver a un Lord pisar nuestra humilde propiedad? — alzó las cejas con sorpresa ante la pertenencia con la que lo atacó—. Porque dudo que sea por nuestro famoso licor, que sabe a orín de sucio bebedor— rio por la ocurrencia del hombre mientras lo enfocaba con sus orbes ambarinos, haciendo que le devolviera el escrutinio, enfrentando sus ojos de forma inquisidora.

UNA OPORTUNIDAD PARA AMAR (LADY ESPERPENTO) © || Saga S.L ||  Amor real IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora