Capítulo 3

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La primera semana se me había pasado muy rápido y ciertamente la había pasado muy bien. Terminé de organizar mi nuevo cuarto, leí, me miré toda una serie, disfruté del jardín y de mi enorme ventanal, por el que entraba toda la luz del sol. También quise recorrer el barrio, mala idea porque me perdí y Alex tuvo que ir a buscarme, y esa fue la única vez que Alex y yo habíamos socializado, aunque mínimamente porque se pasó todo el camino a casa murmurando y quejándose. Había sido bastante decepcionante, me esperaba que habláramos o nos viéramos más, teniendo en cuenta que vivíamos bajo el mismo techo, pero bueno, ni siquiera sabía por qué eso me importaba.

A eso de las seis de la tarde del sábado nuestros padres anunciaron que pronto se irían y yo ya me estaba imaginando un aburrido sábado encerrada en mi cuarto viendo películas sola, porque por cómo iban las cosas, dudaba que Alex realmente quisiera pintarse las uñas conmigo, ni siquiera vernos.

Cuando nuestros padres finalmente se despidieron de Alex y de mí, decidí bajar para acompañarlos y decirles que se divirtieran. Volví a subir y me encontré al susodicho apoyado en la puerta de su cuarto con los brazos cruzados sobre su pecho.

—Te sale natural el papel de chica buena— me dijo con una sonrisa.

—No es ningún papel, que tú no puedas ser amable no significa que los demás tampoco podamos— lo enfrenté y su sonrisa se ensanchó.

—¿Hoy estás sensible, princesa?

—No, solo no te aguanto— gruñí.

Entré a mi cuarto sin cerrar la puerta y me puse a buscar algo de ropa cómoda. Cuando volví a salir vi que Alex seguía apoyado en la puerta de su cuarto, con una extraña sonrisa en los labios.

—¿No tienes nada mejor que hacer?— le pregunté.

—No— respondió y se separó de la puerta, caminando en mi dirección—. ¿Qué vas a hacer?

—Bañarme— le respondí y retrocedí un paso al ver la forma en la que se acercaba.

—¿Te ayudo?— me ofreció con un intento, bastante bueno, de sonrisa seductora.

Apoyé una mano en su abdomen y lo detuve para que dejara de avanzar en mi dirección.

—No, gracias, por ahora sé bañarme sola— le respondí, y con una falsa sonrisa me dirigí al baño.

Media hora después salí del baño y bajé la escalera, pasando mis dedos entre mi pelo mojado. Hacía tanto calor que secarlo no era una opción.

Iba a entrar a la cocina cuando me detuve. Se escuchaba música proveniente del patio y mi curiosidad me exigía ir a ver qué estaba pasando.

Apenas puse un pie en el patio vi a Alex haciendo abdominales, completamente concentrado en la labor. Mi mente no podía procesar lo que estaba viendo y mi estómago parecía estar a punto de enloquecer.

Tenía noción de que se ejercitaba gracias a comentarios durante la cena, pero hasta ese momento nunca lo había visto, y si decía que no se veía extremadamente sexi estaría mintiendo.

—¿Disfrutando la vista?— habló, sacándome de mis pensamientos.

Se puso de pie y se sacó la remera de un tirón. Mis ojos viajaron inconscientemente por su tonificado abdomen, subieron a sus labios y terminaron en sus ojos. Alex sonrió y se agachó para agarrar una botella de agua.

Aprovechando su distracción, mis ojos volvieron a viajar por su cuerpo y me maldije internamente por no poder evitar mirarlo y sentirme tan extraña.

—Me estoy sintiendo acosado— dijo y yo levanté la mirada, seguía sonriendo, sin apartar sus ojos de los míos.

Suficiente, tenía que salir de esa casa y rápido, o seguiría haciendo el ridículo.

Tú me completasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora