Capítulo 15

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Mi cumpleaños pasó y oficialmente tenía diecisiete años.

Alex, que cumplía años una semana antes que yo, ya era mayor de edad, y eso parecía haber enloquecido a algunas mujeres. Por lo que ya no solo lo buscaban las chicas de nuestra edad, sino que hasta le habían hablado unas cuantas señoras.

Aunque eso no me molestó nada en comparación con la envidia que sentí al ver que le habían regalado una motocicleta por su cumpleaños. Yo solo había recibido un pantalón, ¡un pantalón! Era muy lindo y todo, pero evidentemente no se podían comparar.

—¿Su padrino está en negocios sospechosos o qué?— pregunté sin pensar, con los brazos cruzados sobre mi pecho.

De repente sentí que se me prendía fuego un costado, y cuando giré la cabeza hacia la derecha noté cómo mi madre me tiraba rayos con los ojos. Reí nerviosamente, ya veía venir el discurso que me esperaba cuando estuviéramos solas.

—En realidad fue un regalo de toda la familia, su padrino no habría podido comprársela solo. Esas motocicletas son demasiado caras— me contó Gustavo.

Miré a Alex y lo vi sonreír como un niño mientras admiraba y tocaba su regalo con mucho amor. Sonreí al verlo tan feliz, nunca lo había visto de esa forma. 

Descrucé los brazos y suspiré, el malhumor se me había ido, pero había dado lugar a una sensación de vacío. Era muy tierno que toda su familia se hubiera unido por él. Antes también éramos muy unidos con mi familia, pero por culpa de la hermana de mi madre todos nos separamos.

Por culpa de mi tía también había perdido contacto con mi prima, con la que era muy cercana y a quien quería mucho. Solo esperaba en algún momento volverla a ver.

Por lo que, tristemente, no tenía más familia que mis padres y Lucas, y ya ni siquiera tenía a Lucas a decir verdad.

Ana notó mi mirada perdida y se acercó a mí, sonriendo y con una muy buena energía, como siempre.

—Todavía tenemos que darles un regalo— me comentó ella y yo sonreí.

—¿En serio? ¿A los dos?— pregunté, entusiasmada.

—Sí, a los dos— respondió Ana y sonrió todavía más ante mi entusiasmo—. Entremos, va a ser mejor.

—Claro, voy a avisarle a Alex— le dije y ella asintió.

Los cuatro adultos entraron a la casa conversando animadamente y yo me acerqué a Alex.

—Está muy linda— admití, no valía la pena siquiera intentar decir lo contrario, porque ciertamente estaba preciosa.

—Es hermosa— dijo, parecía enamorado.

—Ahora necesitas una chaqueta de cuero para verte todavía más rebelde— bromeé.

Pasé mis dedos por el asiento de la motocicleta. Esta me recordaba a un personaje de un libro que había leído hacía muchos años.

—¿Te gustaría acompañar a este rebelde a dar una vuelta?— me ofreció, y al subir la mirada noté que sus intensos ojos estaban puestos en los míos.

—Por supuesto, me encantaría. 

—¿Vamos, princesa?— preguntó y me tendió su mano.

—Va a tener que ser más tarde, nuestros padres quieren que entremos para darnos algo— le comenté.

—¿Qué será?— me preguntó Alex, frunciendo el ceño.

—Me pregunto lo mismo.

—Entonces vayamos a averiguarlo— dijo y agarró mi mano para llevarme a la casa.

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