Capítulo 18

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No dejaba de darle vueltas en mi cabeza a lo que Alex me había dicho. Aunque tampoco quería dejar de hacerlo, siendo sincera. Me había gustado mucho el momento.

"Ya te tengo, princesa, y no vas a salvarte de mí"

Esperaba que solo estuviera bromeando, porque estaba claro que no me tenía, ni un poco...

Sí, bueno, ¿a quién engañaba? Mis pensamientos no dejaban lugar a dudas de que me tenía sin siquiera saberlo; por esa razón agradecía que nadie pudiera leerme la mente. Sin embargo, la forma en que lo había estado mirando fijamente durante diez minutos hablaba por sí sola.

—Las habitaciones ya están disponibles— nos avisó mi madre y yo agradecí internamente la distracción.

Nos tomamos un momento para secarnos un poco y fuimos a buscar las llaves; las cuales resultaban ser unas tarjetas. Esto me sorprendió bastante, provocando que Alex se riera de mí.

Cuando Alex y yo entramos a nuestra habitación instantáneamente quedé fascinada. Miré a mi derecha y me encontré con un enorme baño, seguí caminando por un pequeño pasillo, hipnotizada con las vistas que se podían apreciar desde la terraza. Después de admirar por un momento las vistas, me giré hacia donde estaban nuestras camas y me tiré en una de ellas, la más cercana a la terraza.

—¡Me encanta!— exclamé.

—Es linda— admitió Alex y dejó sus cosas sobre la otra cama.

Me senté y lo miré de arriba a abajo con atención mientras él buscaba algo en su mochila, ¿cómo podía un ser humano estar tan bueno? Necesitaba respuestas.

Parecía ilógico tenerlo tan cerca.

—¿Qué?— me preguntó al darse cuenta de que me lo comía con los ojos.

—Nada, estaba pensando— respondí, intentando zafar.

—¿Mientras me desnudabas con la mirada? Creo que podrían llegar a interesarme esos pensamientos que tienes.

Se acercó a mí lentamente, dejándome entre medio de sus piernas y apoyando sus manos en la cama a cada lado de mi cuerpo. Su cara estaba a centímetros de la mía y no pude evitar mirar sus labios.

—No era nada contigo— dije nerviosamente, con la respiración acelerada.

Una sonrisa empezó a formarse lentamente en sus labios y se acercó más a mí.

—Entonces, ¿por qué estás tan nerviosa?— susurró, casi rozando mis labios.

Nuestros alientos se chocaban y mi corazón latía a toda velocidad. Deseaba con todo mi ser que me besara.

Sin embargo, al ver que la cosa no iba a ningún lado me moví para atrás y él me miró sorprendido.

—Ya basta— le exigí.

Otra sonrisa se formó en sus labios.

—Faltaba poco, eres más fuerte de lo que pensaba, princesa. — Al decir eso se alejó y yo sentí que volvía a respirar con normalidad—. Esto va a ser más divertido de lo que creía...

***

Después de almorzar mi padre nos dio la maravillosa idea de dormir una siesta antes de seguir con la diversión, lo cual acepté sin pensármelo dos veces. El viaje me había dejado agotada, y además después de comer siempre me daban ganas de dormir.

Me acosté en mi cama sin siquiera molestarme en cambiarme la ropa. Unos minutos después ya estaba dormida.

Cuando desperté me costó ubicarme, me tomó unos segundos recordar en donde estaba. Al hacerlo miré instintivamente hacia mi izquierda y noté que Alex seguía profundamente dormido.

Tú me completasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora