Capítulo 11

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Tomás se había ido hacían ya unos cinco minutos, pero yo seguía sentada en la silla sin moverme. Apenas había podido darle un sorbo al café sin que se me revolviera el estómago. La culpa me estaba consumiendo. Me sentía la peor amiga del mundo.

Me había sentido muy bien ayudando a Tomás y a Valeria, pero en ese momento, sola, ya no sabía si había hecho las cosas bien, y mi mente llamándome "traidora" tampoco me ayudaba mucho que digamos.

Entonces, la persona que menos quería ver en ese momento me llamó alegremente desde mi derecha. Giré la cabeza y vi a Lucía y a Alex caminando hacia mí, jadeando.

—¡Estoy agotada!— Exclamó Lucía y se apoyó en Alex—. ¿De qué hablabas con Tomás?

En ese momento el mundo se me vino abajo. ¿Qué iba a decirle? "Bueno, estaba diciéndole a tu novio lo mentirosa y manipuladora que eres... ¡oh! También lo animé a arreglar las cosas con esa chica de su pasado que, por cierto, odias". No iba a decirle eso, pero de todas formas se terminaría enterando.

—¿Estás bien, Wen?— me preguntó Lucía y volví a mirarlos a los dos.

Alex me miraba con curiosidad, mientras Lucía denotaba preocupación en sus gestos y en su voz.

—Sí, estoy bien— respondí.

—¿Tomás te dejó su café? Siéntete halagada, nunca comparte su café— bromeó Lucía, agarrando el vaso de cartón de la mesa, y yo agradecí el cambio de tema—. Por cierto, ¿sabes a dónde fue?

Ahí estaba ese tema otra vez. Suspiré pesadamente.

—Ahora mismo debe estar hablando con Valeria— respondí, y el rostro de Lucía se oscureció.

—¿Por qué estaría haciendo eso?

—Porque yo le dije que estaba llorando por culpa suya.

—¡¿Eres idiota?!— me gritó, tomándome por sorpresa. Alex, en cambio, se puso alerta y se acercó a nosotras—. ¡¿Cómo se te ocurre decirle eso?!

Me puse de pie y me acerqué a ella con los puños apretados, clavándome las uñas en las palmas.

—No me gusta ver a la gente sufrir y no hacer nada, ¡yo no soy como tú!— le dije y ella dio un paso hacia atrás.

—Creí que eras mi amiga— me dijo, decepcionada, y yo relajé los puños.

—Lucía...

—Déjame, Wendy— me pidió y se fue corriendo, con lágrimas en los ojos.

Alex miró a Lucía irse y luego se giró a mirarme, pero yo no podía verlo a los ojos en ese momento.

—Qué gran escena. — Comentó—. Creando conflictos desde temprano, me sorprendes, princesa.

Sabía que estaba bromeando, pero no pude evitar que los ojos se me llenaran de lágrimas.

—Eh, no te pongas así— me dijo Alex y agarró mi cara entre sus manos, pero yo las saqué.

—Tiene razón, ella tiene razón, yo no tendría que haberme metido, este asunto no era de mi incumbencia— hablé y comencé a caminar de forma desesperada—. Soy una persona horrible, y ella era la primera amiga que...

Me interrumpí cuando los brazos de Alex me rodearon, logrando calmarme. Pasé mis brazos alrededor de su abdomen y me apoyé en su pecho, conteniendo las lágrimas lo mejor que podía.

—No eres una persona horrible, Wendy— me tranquilizó y después se alejó de mí, agarrando mis brazos firmemente con sus manos—. ¿Qué pasó exactamente?

—Ya lo dije, le conté a Tomás que...

—¿En serio crees que soy tan idiota?— me interrumpió—. Sé que no estás así solo por eso, hay algo más.

Suspiré pesadamente y miré detrás de Alex con tal de no mirarlo a él.

—Le conté a Tomás algo que Lucía había hecho y que no estaba bien, pero eso puede llevar a que terminen y a que Tomás se vaya con otra— confesé.

El silencio de Alex me hizo volver a mirarlo, él tenía las cejas levantadas en un gesto sorpresivo y parecía no saber qué decir.

—Lo sé, soy una mierda— hablé.

—No, no lo eres— respondió unos segundos después y yo fruncí el ceño—. Lo hiciste para ayudar a esa chica, ¿no?

—Sí, a Valeria. Estaba llorando por cosas que Lucía le había dicho y, además, ella ya la había lastimado anteriormente sin razón— le conté—. Sentí que tenía que ayudarla. 

—No estoy excusándote, ni creo que lo que hiciste fue lo mejor, pero si lo hiciste con una buena intención, para ayudar a alguien, no creo que seas una mala persona, Wen— me dijo—. Deberías dejar de culparte.

Me tapé la cara con las manos y giré sobre mí misma. Estaba volviéndome loca. Entonces, Alex me detuvo y sacó mis manos, obligándome a verlo a los ojos.

—Es increíble, princesa, acabas de ser el karma personal de Lucía— bromeó.

Ignoré completamente sus palabras por estar tan concentrada en sus ojos, no podía dejar de verlos. Nunca había prestado atención a la forma en que el marrón y el verde se mezclaban, creando esos ojos que parecían irreales; y verlos a la luz del sol era algo fascinante, casi hipnótico.

Como de costumbre, ahí estaba mi mente queriendo evadir mis problemas. 

—¡Wendy!— gritó Lucía, furiosa, y yo me sobresalté.

Alex, que todavía estaba sujetando mis muñecas, me soltó y se alejó de mí, viendo a la rubia que caminaba rápidamente y cada vez más molesta.

—Tenemos que hablar— me dijo ella, fríamente, y sin esperar respuesta me agarró de la muñeca y me arrastró lejos de Alex—. Tomás acaba de terminar conmigo. 

Me sentí a punto de desmayarme en ese preciso instante, eso no podía estar pasando.

—¿Por qué?— pregunté, porque en ese momento no tenía la cabeza para formular una mejor respuesta.

—Me dijo que lo venía pensando desde hace tiempo, que ya no era lo mismo que antes, y unas cuantas tonterías más.

—Qué extraño...

—¿"Extraño"? ¡Seguro le llenaste la cabeza con tus estupideces!— me gritó, otra vez.

Genial, la amiga no me había durado ni dos meses.

—Lu, yo...

—Espera, no digas nada— me pidió y suspiró pesadamente—. Sabía que Tomás no me amaba como a Valeria, y era de esperar que esto pasara en algún momento. Me la estoy agarrando contigo sin razón, esto no es tu culpa.

Lucía se sentó en el piso, recostada a la pared, y se llevó las rodillas al pecho.

—Fue tan de repente— sollozó y se tapó la cara con las manos.

Me dolía verla así, y encima por mi culpa.

—Me dijo que era una egoísta, manipuladora, mentirosa y mala persona— me contó—. No le faltó nada— dijo e intentó reír, pero solo le salió otro sollozo ahogado.

Me senté a su lado en silencio, sin saber qué decir, y ella recostó su cabeza en mis piernas.

—Seguro descubrió mi mentira para alejarlo de Valeria— habló y mi corazón se detuvo un segundo—. Todo esto es el karma, me lo merezco.

Alex tenía razón, su karma llevaba mi nombre.

—No seas tan dura contigo misma— logré decir al fin, con la culpa carcomiéndome por dentro.

—Te quiero, Wendy— me dijo ella, y yo no supe qué responder. 

Tú me completasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora