Capítulo 26

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Salí del cuarto evitando a Alex. Sentía un nudo en el estómago y en la garganta, la tristeza me oprimía el pecho y tenía ganas de llorar por horas sin parar. Me sentía tan débil que hasta me daba miedo.

No creía que él pudiese lastimarme, pero me equivoqué.

Lucía estaba recostada en la pared frente a mí. Al verme se me acercó con los brazos abiertos y me abrazó con fuerza.

-¿Escuchaste?- le pregunté cuando nos alejamos.

-Todo- respondió y miró por encima de mi hombro con mala cara.

Me giré y ví a Alex.

-Wendy- suspiró él-. Por favor, no hagamos esto.

-Yo no hice nada, tú solo lograste esto- dije.

-Ven, linda, vamos al baño- me ordenó Lucía y miró con odio a Alex.

Nos encerramos en el baño y comencé a llorar otra vez. Lucía humedeció sus manos y las pasó por mi cara con suavidad.

-¿Por qué me pasa esto?- sollocé.

-Porque algunos hombres son unos idiotas que piensan con la cabeza de abajo y no con la que deberían pensar- respondió ella, logrando sacarme una sonrisa-. Él no merece ni una sola lágrima tuya, vales mucho más.

-¿Eso crees?

-Claro que sí, Wendy, ya va a llegar alguien que presuma de lo hermosa y maravillosa que eres, que te ame muchísimo porque vos vas a ser como su princesa, y nada ni nadie va a cambiar eso.

Las palabras de Lucía me hicieron sonreír, pero hubo una en específico que me dolió en el alma.

-Su princesa...- repetí en voz baja.

-¿Qué?- me preguntó Lucía sin entender.

-Alex me dice "princesa"- respondí recordando lo hermosa que suena esa palabra en su boca.

-Entonces piénsalo así, tú eres la hermosa princesa y él es el dragón del que debes mantenerte alejada para protegerte.

-Es una interesante forma de verlo- intenté sonreír.

Lucía tomó mi cara entre sus manos y me miró a los ojos.

-Recuérdalo, vales mucho más de lo que crees- me aseguró ella.

-Gracias, Lu.

-Mereces.

-Mejor vayamos con los chicos, no quiero seguir con este drama- dije.

-No es un drama si te duele.

-Lo sé, pero ya estoy mejor, y todo gracias a vos- le aseguré y ella me sonrió.

-Bien, entonces vamos.

***

Lo único que iluminaba la sala era el televisor encendido, para mí, mejor.

Simón clavó su mirada en la mía, estaba sentado en el sofá y me señaló que fuera con él. Me senté a su lado en silencio, él me sonrió dulcemente y me puso un mechón de pelo detrás de la oreja. 

-Sos hermosa- me susurró y yo sonreí bajando la mirada tímidamente.

-Tengan, chicos- nos dijo Lucía y nos pasó una manta para taparnos. Luego me sonrió y se sentó al lado de Diego.

Este último puso una película de terror que combinaba a la perfección con la tormenta que había afuera.

De repente un trueno retumbó en la habitación y yo me escondí bajo la manta. De verdad tenía que dejar de hacer eso.

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