Capítulo 10

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¡Hola! Solo pasaba por acá para agradecerles por haber llegado hasta este capítulo, espero que les esté gustando la historia. 

Siéntanse libres de comentar si lo desean o de hablarme a mí, eso me ayuda (y me hace muy feliz). 

También me ayudaría mucho si votan para que pueda crecer. 

Ya no los distraigo más, ¡disfruten del capítulo de hoy!

Flor. 

***

Ni siquiera había pasado un mes desde el comienzo de las clases y ya estaba agotada. No sabía qué podía esperar del resto del año. Aunque tener a Lucía en mi vida me había dado una motivación para levantarme cada mañana e ir a encerrarme en un edificio a estudiar hasta el cansancio o medio dormirme con los profesores más aburridos. Tener una amiga era algo muy bonito, porque sabías que ibas a estar encerrada estudiando, sí, pero con la compañía de las risas y la complicidad de una persona que querías.

Esa mañana había llegado temprano al liceo, para enterarme de que la profesora de las primeras horas faltaba. La noche anterior me había quedado hasta tarde estudiando y me sentía desfallecer de cansancio. Alex me había llevado amablemente un café antes de irse a dormir para darme fuerzas para seguir estudiando, y en ese momento habría podido tomarme una jarra entera si me la ponían enfrente.

—Ahora podría estar durmiendo— se quejó Lucía.

—Pienso lo mismo— coincidí.

Estaba recostada sobre mi mesa y los ojos se me cerraban solos, sentía que en cualquier momento iba a dormirme.

—¿Vamos al patio?— me preguntó Lucía y yo me incorporé rápidamente por alguna razón—. O podemos quedarnos aquí si quieres.

—Me conviene salir si no quiero dormirme y dejar un rastro de saliva en esta mesa— aseguré y Lucía rió.

Salimos al patio y el calor del sol mañanero me abrazó, haciéndome cerrar los ojos y suspirar de placer. 

Cuando volví a abrir los ojos me encontré con una mirada puesta en mí que me hizo despertar de golpe. 

—Mira a quién tenemos por aquí— habló Lucía de forma insinuadora y me miró.

La apreciación de Alex fue interrumpida por la llegada de Emma y Valeria, que en ese momento salían al patio. Lucía dejó de sonreír y rodó los ojos.

—Por Dios, ¿qué le pasó?— preguntó Lucía con un dejo de asco en su voz.

Si yo tenía unas ojeras enormes y me veía cansada, Valeria se veía el doble o peor. La rubia tenía una pésima cara, parecía estar muy deprimida, y eso me generaba una extraña sensación en el estómago. 

—¿Qué le habrá pasado?— pregunté, preocupada.

—No lo sé, Tomás me comentó algo de que no la estaba pasando muy bien. Seguramente tenga que ver con él y conmigo— me comentó Lucía de forma despectiva.

Volví a mirar a Valeria, ella y Emma estaban sentadas en las gradas de la cancha y esta última la abrazaba. No sabía qué le había pasado exactamente, pero debía ser algo muy malo si estaba así.

—Ya vuelvo— me avisó Lucía y se alejó con paso apresurado.

—Hola, princesa— me saludó Alex y yo me acerqué a él con una sonrisa.

—Hola, Alex, ¿ya no debemos ocultarnos?— bromeé y él negó con la cabeza, disimulando una sonrisa.

—¿Vas a seguir con eso?

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