Día 6: Patinar sobre hielo

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¡Vaggie~! ¡Ven conmigo!

Charlie era una principiante sobre la pista de hielo, intentaba deslizarse y esquivar a algunos demonios con más experiencia. Quiso llegar al extremo, no era de esa clase de personas que tenía miedo o se rendía fácilmente, así que se dirigió directamente a su novia con un gran impulso. La morena abrió sus brazos desde su extremo, pero vio resbalar a la rubia ocasionalmente. No pudo evitar llegar a ella a gran velocidad y atraparla entre sus brazos.

Te tengo, linda.

Le sonrió abrazándola y regalandole un beso en los labios. Charlie la abrazó con más fuerza y al separarse, emitió una risita timida, pero alegre. La pareja desprendía tanto amor, dulzura y felicidad por todos lados. No dejaban de brillar como el maldito sol.

Y Ángel Dust las estaba observando desde lo lejos. Aún no se había atrevido a pisar la pista de hielo, era un asco para patinar y pensó que si lo hacía será una humillación pública. Verlos a todos ahí, deslizándose por el hielo de un lado a otro con sus ropas de invierno y divirtiéndose tanto...

Querido~ ¿Vienes a divertirte con nosotros?

Alastor apareció frente a él, quien reposaba sus brazos contra el barandal que separaba el suelo normal de la pista de hielo. Le sonrió con buenas intenciones, porque hasta alguien anticuado como el ciervo era bueno en eso, de hecho era muy bueno. ¿Habría practicado mucho en vida? Desde la parte del hielo, Alastor se quedó de pie, mirando a su pareja detenidamente. Ángel posó su rostro contra su mano con una notable expresión de aburrimiento. Solo fue porque la parejita feliz le insistió, pero no quería patinar, nadie lo ayudaría ni le enseñaría.

No soy muy bueno. Además...

— ¡No seas tímido! No es tu estilo.

Sin volver a preguntarle su opinión, Alastor lo tomó de la cintura y lo elevó por el aire hasta posarlo contra el hielo. Con un chasquido de dedos, pudo materializar los patines en sus pies gracias a su magia. Ángel se aferró a sus brazos apenas sintió que iba a resbalarse, le miró a los ojos, inseguro. Pero el ciervo amplió su mirada rojiza y comenzó a patinar a una gran velocidad, al principio sosteniendo la mano de Ángel.

Oh... No era tan difícil. ¡No era tan complicado! La araña sonrió y alcanzó el ritmo de Alastor de forma temeraria y descuidada. ¿Qué era lo peor que podía pasar?

Cuando el ciervo lo soltó y lo lanzó para que tomara un violento impulso, pensó que tenía sus movimientos perfectamente controlados. Más no fue así, sus pies resbalaron de más y sin poder premeditarlo, cayó al piso de cara y se dió la cabeza directamente contra el hielo.

Uh...

Toda la pista de hielo hizo un silencio general. Fue bastante humillante y estúpido. Pero Ángel se acomodó en el piso, sentándose sobre el hielo y cubriendo su frente con una mano, largando pequeños quejidos de dolor y cerrando sus ojos con pequeñas lágrimas surgiendo de estos. ¡Acababa de pasar exactamente lo que no quería que pasara! Y Alastor no hizo nada para evitarlo... Actuó como sabía que iba a actuar. Como un desconsiderado.

Te rompiste la cabeza. Eres muy descuidado, Ángel.

Cuando el ciervo llegó a su lado, se quedó de pie frente a él y lanzo aquel comentario tan insensible. Tampoco pudo evitar reírse, verlo fue gracioso. O sea si, le estaba sangrando la frente y lucía avergonzado y humillado por la escena. Pero los demonios de su alrededor empezaban a ignorarlos y a retomar su ritmo normal. No era la gran cosa.

Pero para Ángel si era la gran cosa, alzó la mirada y lo observó con total rabia e indignación.

¡¿Quién tiene más experiencia en esto entre los dos?!

— ¡Por supuesto que yo! Soy muy bueno.

Respondió el demonio radio, posando una mano en su pecho y presumiendo descaradamente sus habilidades con su característica sonrisa. Su novio apretó sus dientes con más enojo, no dudó en gritarle todo lo que quería decir.

¿Y entonces por qué carajo no me ayudaste a sostenerme? ¡Te dije que no era bueno! Sabía que sucedería exactamente así, me ibas a lanzar sin ayudarme. No ibas a enseñarme, ¡Solo ibas a burlarte si me caía!

Le gritó sin importarle armar una escena, pero cuando se dió cuenta ya estaba llorando por el desborde de sus emociones. La falta de cariño, lo poco que lo cuidaba y la vergüenza le hicieron llorar de indignación y rabia. Las lágrimas caían sobre el hielo mientras temblaba de frío y enojo, pero no quiso ser más patético de lo que ya se mostraba, permaneció allí sin dejar de mirarlo con mucho enojo. Alastor no lo cuidaba... No era como ellas dos. Nunca serían tan perfectos como ellas dos. Le indignada y le dolía, aunque sabía que envidiarlas estaba mal.

El contrario comprendió que más allá del incidente, algo estaba mal. Se arrodilló ante su Ángel y lo abrazó, la araña rompió todo su orgullo y se aferró a su cuello con sus brazos y lloró más fuerte. Lo odiaba, era un idiota. El idiota más grande de todos. Lo presionó con fuerza, solo quería un poco más de cariño.

¿Qué pasa, Ángel? ¿Es por ellas? ¿Anhelas que seamos así?

La araña se avergonzó al oírlo, se apartó del abrazo y sintió sus mejillas sonrojarse. Pero aún así, le desvió la mirada sin tener el valor de admitir los celos que tenía sobre esa relación que parecía tan ideal y perfecta.

N-no, pero... Solo quería que no me dejaras caer para no lastimarme.

Ángel abrió sus ojos repletos de lágrimas, sorprendido. Porque Alastor besó su frente y sus extraños e inexplicables poderes curativos le hicieron sanar de inmediato, la herida cicatrizó y dejo de sangrar.

Como nuevo, mi amor. Jamás volveré a dejar que te lastimes.

Le tomó del mentón y le levantó el rostro, provocando que se miraran a los ojos por unos momentos. Ángel sintió su corazón acelerarse, cuando decía esas cosas y lo protegía, se sentía tan feliz y afortunado de tenerlo con él.

Pero Alastor cerró sus ojos con tranquilidad y emitió un chasquido de dedos, con una sonrisa triunfante.

¿Eh?

Los tentáculos que surgieron por cada extraño y tétrico vórtice, sujetaron las extremidades de Ángel y lo ayudaron a levantarse desde la cintura. Y por supuesto, todos los demonios de su alrededor se alborotaron con miedo al ver tales tentáculos. Alastor ladeó su rostro hacia su Ángel, creyendo que su perturbadora estrategia era digna del pensamiento de un genio.

No importa por dónde camines de ahora en adelante. Mientras que estés en el infierno, jamás en toda tu vida volverás a tropezar, resbalar o caer. Lo juro por Lucifer.

Los tentáculos de aferraron al delgado cuerpo de su novio, porque a partir de ese momento lo perseguirían a todas partes para cuidar y evitar la torpeza de sus movimientos.

¡Ya! ¡No me refería a que tomaras una medida tan...!

Trató de llevarle la contraria pero era muy tarde. Los tentáculos ya estaban paseandolo bruscamente por la pista de hielo para enseñarle a patinar correctamente.

30 Días OTP / RadioDust Where stories live. Discover now