Día 17: Actividad favorita

2K 271 66
                                    

¡Es tuya!

Bateó la cabeza suelta de un demonio con un enorme bate de metal cubierto de clavos. Los ojos se desprendieron un poco desde sus cuencas pero Alastor levantó una mano y pudo capturar el pedazo de cadáver. Sonrió con tanto placer al sostener la cabeza entre sus manos, arrancó uno de los ojos y admiró la pupila sin brillo.

Deberíamos hacer esto más seguido.

Terminó por sacar un revólver desde el interior de su pecho y le disparó en medio de la frente a un gran pecador que se desplomó en el piso totalmente inconsciente. Ángel soltó el bate que sostenía con sus manos superiores, trató de limpiarse la sangre de sus ropas, aunque tenía manchas hasta en sus mejillas.

El demonio radio lo observó sin dejar de sonreír con sus grandes dientes, pero no pudo evitar sentir algo.

Algo que solo él despertaba.

Ángel.

Soltó la cabeza, ordenó que sus tentáculos desaparecieran del centro de la escena. Había pilas de cadáveres a su alrededor, pero no le importaba el olor a carne semi podrida o la cantidad de tripas por todos lados. Alastor jadeó tratando de no prenderse demasiado, pero a veces no podía controlarlo.

Tu forma de asesinar... Es tan pulcra y elegante.

Cerró sus ojos, sintiendo su rostro arder por esas sensaciones tan fuertes, por lo caliente que se sentía cuando lo veía dispararle a los demonios y cuando les volaba la cabeza de un solo golpe. Entonces, Ángel volteó hacia él, aún con manchas de sangre contra la pelusa de su pecho y sus mejillas.

Amaba esa expresión excitada en Alastor, no era propio de él calentarse de esa forma. Le sonrió coqueto, lamiendo un poco la sangre entre sus dedos y luego mordiéndose los labios. El ciervo solo jadeó más acalorado, sus ojos comenzaron a brillar de una forma muy intensa. No se podía controlar.

Recordé tu extraño fetiche por el asesinato. Debes estar caliente al verme cubierto de sangre.

Caminó hacia su novio y rodeó su cuello con sus brazos, de inmediato el contrario le sujetó la cintura de forma brusca, dominante. Cada vez que comenzaban a despedazar demonios juntos, se creaba un lazo increíblemente fuerte que era puramente sexual. Por eso Ángel amaba jugar con sus pistolas cerca de Alastor, amaba dispararle a la gente y hacer que se prendiera, porque era la única forma de ponerlo tanto como terminar cogiendo.

Pierdes el control cuando hay sangre y órganos de por medio. Eres un sádico, estás tan enfermo y demente.

Pero la araña también lo estaba y lo sabía. Alastor le tomó el rostro y secó un par de gotas de sangre que se resbalaban por su mentón, se acercó y comenzó a lamer su cuello. Pero no pudo detenerse, mordió su piel. Respiró agitado, la distorsión de su radio se hizo fuerte, evidente. Ángel gimió aferrándose a su ropa, también estaba caliente y necesitaba que lo mordiera mucho más.

Juguemos a algo, tu premio será lo que más deseas.

Alastor se alejó de él, apuntó con su dedo a uno de los cadáveres más inmensos que estaba desplomado a más de veinte metros de distancia. Ángel lo siguió con la mirada, mucho más acalorado de lo que pensaba.

Perfora su ojo derecho de un balazo. Si lo haces, voy a tomarte.

La araña se rió, tenía la mejor puntería de todo el maldito infierno. Eso no era un desafío, era un chiste. Se giró para volver a armarse y apuntar directo a la cabeza de ese pecador.

Eso no es un reto, bebé. Soy muy bueno disparan-

Desde atrás, Alastor se aferró a su pecho de pelusa con sus garras, estrujó tan fuerte que lo hizo gemir. El contrario bajó el arma temblando, pero no pudo recuperarse porque su pareja deslizó su mano libre en medio de sus muslos internos, comenzando a acariciar de más. Ángel se estremeció por la forma obscena en la que lo estaba tocando, comprendió el reto y a pesar de esas descaradas distracciones... Intentó subir el arma sin dejar de jadear y sacudirse cada vez que rozaba su sexo.

Pero volvió a bajar el arma y jadeó fuerte, se estaba debilitando cada vez que le estrujaba el pecho porque era su punto las débil. Lo observó de reojo, jadeando y comenzado a sudar. No era justo.

N-no puedo concentrarme si me tomas así.

— Si fallas, no voy a darte ninguna clase de premio.

Ángel gimió débilmente, se agitó cada vez que jugaba con su pecho y delineaba sus muslos con sus dedos suaves. Levantó con mucha lentitud su arma, trató de visualizar su objetivo, pero sus ojos se nublaron cuando Alastor comenzó a introducir dedos por debajo de su ropa y sujetó su sexo con intención de comenzar a subir y bajar.

La araña disparó, fallando de una forma miserable. Bajó el arma y está se cayó de sus manos. Gimió agotado y sollozó ante la forma tan fuerte y dominante en la que tenía capturado su cuerpo, sus manos se paseaban con tanta experiencia sobre sus puntos más débiles. Cerró sus ojos, sumiso y sin dejar de gemir, se sentía tan bien que ya no podía jugar.

No es justo... N-no puedo...

Alastor no lo resistió y lo estampó contra el piso, violando sus propias reglas y arrojándose sobre su cuerpo para comenzar a besarlo con suma desesperación y deseo. Y Ángel enredó sus piernas alrededor de su cintura, al igual que su cuello con sus manos inferiores. Siempre terminaba así luego de una matanza, él sobre el piso y Alastor causando un total desastre en su cuerpo.

30 Días OTP / RadioDust Where stories live. Discover now