Día 10: Borrachos

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Ángel. No sabes con quién estás jugando.

Advirtió Husk al entregarle una botella de whisky entre sus manos. Su turno estaba terminando en el bar del hotel, estaba dispuesto a irse a dormir. Pero Ángel no dejaba de insistirle en que antes de irse a descansar, le entregara una última botella para aligerar las cosas con su novio. Se confió bastante, tomó la botella con sus manos y lo invitó a irse a dormir como tanto planeaba.

Vete, vete. Sé perfectamente lo que hago.

Le aseguró mientras se acomodaba el pecho con sus brazos inferiores y con los demás se llevaba la botella de whisky entre sus manos. Sonrió muy confiado y Husk lo observó retirarse, suspirando porque sabría que no iba a poder evitar nada. Sin más, se retiró escaleras arriba para irse a dormir en el hotel. Por su parte, Ángel tomó asiento en una de las tantas sillas de la barra. Destapó el whisky con su viejo diente de oro, un truco antiguo. Y le sirvió una gran cantidad a Alastor a su lado.

En realidad esa era la cuarta botella aproximadamente, los dos habían bebido demasiado en el transcurso de la noche. Tal vez por eso Ángel se sentía tan libre y le importaba una mierda cualquier cosa que le fuera a decir Alastor luego de esa noche. El ciervo tomó su copa, formando una sonrisa forzada y la bebió con tranquilidad. Pero la araña conocía sus movimientos, que aunque fueran muy mínimos y torpes, indicaban que ya estaba ebrio.

Amo emborracharte, aunque admito que es difícil. Eres demasiado resistente.

Ángel no esperó nada de tiempo para servirse whisky en su propia copa. A diferencia de su novio, lo bebió de un solo trago, casi con desesperación. Era su parte alcohólica la que dominaba después de todo. Alastor le sonrió de lado, observándolo de reojo y señalando su cuerpo. Se notaba a kilómetros que no poseía una buena resistencia.

Y tú demasiado débil. Un par de vasos de whisky y ya empiezas a marearte.

La araña dejó de sonreír de la nada misma, se indignó por su comentario. Siempre era el rey de las fiestas en los antros, no iba a permitir que le dijera algo así a la ligera. Además...

Alastor siempre lo hacía sentir pequeño. No sabía cuál era el motivo, pero se sentía muy vulnerable ante él y sus endemoniadas palabras.

¡No soy débil!

Se quiso levantar de una forma muy brusca, pero sus rodillas le jugaron una mala pasada y se vencieron ante sus movimientos repentinos. Alastor le tomó de la muñeca y lo jaló contra su pecho, abrazando su cintura y sonriendo aún más victorioso que antes. La araña apenas y podía mantenerse en pie por lo mareado que estaba.

¿No lo eres?

Sonrió cómplice, mientras los grandes ojos de su novio observaban los de él y se quedaba en trance, apreciando su infinita belleza. Sujetaba su cintura cada vez más fuerte, lo hacía temblar de la excitación y de los nervios, como un adolescente. Alastor causaba que su cuerpo se desarmara por completo... Redujo el espacio de sus rostros, lo besó y tomó sus mejillas con ambas manos. Entrelazaron sus lenguas, lo suficientemente borrachos como para no comprender que estaban haciendo eso en la barra de tragos del hotel.

El ciervo lo levantó, lo estampó contra la barra y lo obligó a recostar su pecho contra la madera.

Abre las piernas, no voy a ser gentil.

Ordenó con voz ronca, logrando que sus perversos tentáculos nacieran desde las sombras y comenzaran a deslizarse entre las delgadas piernas de su novio. Capturaron sus muñecas, envolvieron su cintura y rodearon por completo su pecho, revoloteando sus extremidades húmedas por toda la piel. Ángel gimió y se abrió de piernas, esos pegajosos tentáculos se sentían bien ante el contacto con su ardiente piel.

Mgh~ n-no quiero que lo seas, quiero que seas sucio, agresivo. Que me maldigas mientras que me coges muy fuerte.

Entonces Alastor jugó con sus tentáculos contra sus zonas suaves y sensibles, Ángel gemía y arqueaba su cintura hacia atrás. Tocaban sus puntos más débiles y gritaba cada vez que rozaban  su sexo y estrujaban el bulto de su pecho. Pero las extremidades alcanzaron a voltearlo, romper su ropa interior y dejarlo totalmente expuesto y abierto ante los ojos de su ciervo, quien lo sujetó de las caderas y se encargó de desenfundar su miembro erecto. Ángel estaba tan ansioso, gritó fuerte al ser penetrado por su novio porque siempre se sentía bien, era tan fuerte y rudo que jamás podría hartarse de su miembro en su interior.

Si... Si... Por favor... No te detengas...

Cada vez que lograba emborracharlo dejaba de lado cualquier tipo de restricción o moral, Alastor se volvía un ninfómano y perdía el control de su líbido. Y eso lo enloquecía de placer. Ángel movió sus caderas ante el choque de pieles y aún siendo sujetado por los tentáculos. La sonrisa de su pareja crecía ante cada estocada, gruñía con intenciones de satisfacer todas sus perversiones como si fuera un animal en celo.

Duele... Pero se siente bien... Nunca deja de sentirse bien cuando eres tú... Ah... Todo da vueltas...

Balbuceó la araña dejando caer su cabeza hacia atrás y entre cerrando sus ojos ante el choque de sensaciones fuertes. Las embestidas violentas, el alcohol en sangre que lo hacía hundirse en otro mundo y le provocaba perder la noción de la realidad y esos insistentes tentáculos pegajosos jugando con sus zonas más vulnerables y erógenas... Todo era simplemente demasiado.

Estás muy ebrio, Ángel. Apenas y puedes formular palabras con sentido. Me encanta cuando juegas con fuego y te quemas.

Alastor solo pudo emitir una pequeña risa cruel, su precioso novio era muy débil cuando bebía demasiado y nunca lo reconocía. Pero era su placer culposo, mantener relaciones mientras él estaba en un estado tan frágil y era terriblemente propenso al placer. Siguió embistiendo su interior, entrando y saliendo sin parar, mientras que Ángel gemía y temblaba por lo bien que se sentía.

¡A-aah~! ¡Se siente muy bien! ¡No te detengas, daddy!

30 Días OTP / RadioDust Where stories live. Discover now