Día 16: Una situación triste

1.9K 250 112
                                    

En el medio de su camarín, Ángel prendió un cigarrillo y se acomodó el escote de su vestido rojo y ajustado. Era raro que Alastor se presentara en uno de sus rodajes nocturnos, solía grabar toda la madrugada. Acomodó un poco su cabello frente al espejo, él no lo miraba como siempre. Estaba a su lado, pero se sentía muy lejano.

¿Lo dejarías por mi?

Tendría que haberlo adivinado.

Ángel suspiró y se dió la vuelta para encararlo, se cruzó de brazos y sintió algo de incomodidad ante su mirada sombría y sonrisa apagada. Apagó el cigarro en el cenicero.

Me conociste de esta forma. ¿No es así? Sabes a lo que me dedico y lo que soy.

Respondió resoplando con cansancio. No tenía tiempo para lidiar con algo así, el rodaje tenía que seguir y si Alastor le iba a hacer perder el tiempo con tonterías como esas, sería mejor que se retirara. No se sentía con ánimos de lidiar con planteos estúpidos, ya cargaba con bastante estrés al rodar.

¿No soy suficiente?

Formuló el ciervo, bajando la mirada con cada vez más oscuridad adornando su semblante. Su sonrisa estaba desapareciendo. Ángel no estaba seguro de lo que sucedía tan repentinamente, las cosas estaban bien entre ellos. ¿Desde cuándo se cuestionaba esas cosas?

No es eso, no tiene que ver contigo.

Respondió de mala gana, desviado su mirada hacia un lado. No iba a privarse de su libertad por Alastor, mucho menos en una profesión que le llenaba el alma y lo hacía sentir tan importante, por arriba del resto. Trató de volver a mirarlo, estaba demasiado raro. Quiso recurrir a su lado más sensato.

Pero así estamos bien, ¿No lo crees? Hemos estado bien por mucho tiempo.

Empezó a sentir una sensación desagradable en la boca de su estómago. Algo así como un mal presentimiento. El silencio de su pareja no estaba ayudando. ¿Qué estaba mal con él tan de repente?

Yo no estoy bien de esta forma.

Cada palabra surgió con tanta frialdad, Ángel notó perfectamente como su sonrisa se borraba por completo. Se asustó, pero también sucumbió ante los nervios. ¿Estaba haciendo una broma de mal gusto? Lo estaba angustiando, no era divertido. Sonrió perturbado, estaba tardando en procesar sus palabras.

¿Qué dices...? No bromees. Sabes que aunque preste mi cuerpo o aunque solo actúe, ellos no significan nada para mí.

Alastor tomó su brazo bruscamente, lo estampó contra la pared y lo acorraló, destruyendo todas sus defensas y dejándolo en un estado vulnerable y atónito. La araña lo miró fijamente, tembló. Nunca había sido tan brusco antes... Estaba demasiado enojado

¿Lo dejarías por mi?

Volvió a preguntar mientras presionaba su mandíbula con mucha más fuerza. El contrario se quedó en blanco, algo dolía y no sabía lo que era. No quería elegir entre ambas cosas, no era sano. Y aunque lo hiciera, sus enormes ganas de llorar no se iban a borrar luego de esa charla.

No puedes contestar. ¿Por qué ahora no contestas?

Los labios de Ángel temblaron al volverlo a escuchar. Pero tuvo que contestar con sinceridad, sin saber cuáles serían las consecuencias de sus actos.

No voy a dejarlo. Jamás dejaría algo que amo por nadie.

Esa fue la gota que derramó el vaso. Alastor formó una sonrisa sarcástica en sus labios, de alguna forma sabía la respuesta. Levantó el rostro de Ángel con su dedo índice, delineó cada marca negra en su cuello blanquecino. Eran rastros de besos y mordidas que le habían proporcionado otros demonios, tanto en el trabajo como en sus noches de prostitución.

Eres tan vulgar.

Ángel se rompió. Abrió sus ojos grandes a más no poder y a pesar de no emitir ni un solo sollozo, comenzó a largar lágrimas. Se avergonzó de su profesión, se avergonzó de su forma de ganar dinero y se avergonzó de ser lo que era, en totalidad. Alastor se alejó de su cuerpo, regalandole una mirada de asco tan hiriente que solo causó que la araña largara muchas más lágrimas. Y el ciervo se alejó de su cuerpo, dispuesto a retirarse de ese camarín.

Lo estaba dejando.

No... No hagas eso... ¿Qué estás haciendo?

Su vista estaba muy nublada por las lágrimas, sonrió terriblemente perdido y se sostuvo el rostro con ambas manos. ¿Qué estaba pasando? ¿Esa situación era real? ¿El mismo Alastor que le decía que lo amaba mucho, lo protegía entre abrazos cálidos y tiernos y le regalaba sonrisas hermosas... Le acaba de decir que era vulgar y lo estaba dejando?

No puedes dejarme... ¿En qué estás pensando? ¿Por qué ahora? Nunca te importó... ¡Nunca te importó! ¿P-por qué ahora te importa? ¡Alastor!

Pero el contrario no se detuvo, salió por la puerta y Ángel, en pleno ataque de ansiedad y nervios trató de tomar su brazo y detenerlo. Pero fue inútil, Alastor se soltó bruscamente, sin dirigirle la mirada ni una sola vez. El contrario comenzó a llorar a los gritos, cayó de rodillas al piso y se arrepintió de todo lo que dijo. Lloró desconsolado ante cada memoria feliz, inocente... Ante los recuerdos de un Alastor cálido y gentil que conservaba como si fueran el tesoro más importante. No podía dejarlo, no luego de todo lo que atravesaron para estar juntos.

No después de lo felices que habían sido.

Voy a dejarlo... ¡Voy a dejarlo! De verdad voy a dejarlo...

Alastor no volvió. Pero Ángel se quedó sobre el frío suelo, cubriendo su rostro y no pudiendo frenar su desgarrador llanto y la amargura de su alma que se estaba muriendo del más puro sufrimiento.

Por favor... No me abandones.

30 Días OTP / RadioDust Where stories live. Discover now