Día 28: Nuestro bebé

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Acunó a la pequeña bebé de cabellos rosas entre sus cuatro brazos. Utilizó el quinto y sexto para ordenar algunas prendas de su diminuta ropa en el armario y desde atrás de su cuerpo, sintió una mirada que parecía controlar o analizar todo lo que hacía. En lo único que pensaba Ángel era en lo útil que resultaba tener seis brazos cuando se trataba de criar a una bebé.

Se giró luego de cerrar el armario, le entregó a la niña a Alastor sin siquiera preguntar.

Juega con ella, voy a preparar su leche.

Esa clase de orden lo tomó por sorpresa, era cierto que Alastor era el padre pero había muchas cosas que lo ponían bastante nervioso... Sobre todo porque si algo malo le pasaba a la bebé, Ángel le iba a gritar por un año entero sin parar.

No la hagas llorar, ¿Ok? No es difícil. Le gustan tus cuernos, solo haz que los toque.

El ciervo tomó a la niña y la acurrucó entre sus brazos con ternura, quiso preguntar algo pero su pareja ya había salido de la habitación. La bebé observó con sus grandes ojos rojizos el semblante de su padre, Alastor ladeó su rostro con confusión al intentar interpretar su expresión. Era una belleza sin dudarlo, su cuerpo era pequeño y muy suave. ¿Qué tan difícil podía ser cuidarla?

La depositó con mucho cuidado en la cama, se arrodilló ante ella y bajó su cabeza para que tomara sus cuernos. Era verdad que siempre reía mucho al verlos sin motivo aparente. La bebé comenzó a destellar brillos de emoción desde sus grandes ojos al tener tal acceso y libertad, era la primera vez que podría dejar de contemplarlos y tomarlos directamente.

Veo que se divierten.

Ángel llegó en el momento justo cuando la pequeña había sujetado las extensiones de su padre. Alastor no lo sintió como un problema, su tacto fue bastante suave... Al principio.

La bebé comenzó a reír como un demonio cuando su confianza subió, jaló con fuerza con intenciones de arrancarlos y Alastor se aferró a la cama con sus manos para no ser violentamente arrastrado. Se perturbó, los bebés humanos no tenían esa fuerza. Pero ese... no era un bebé humano.

Oh... Es fuerte. No te los puede arrancar, descuida.

Ángel trató de calmarlo desde la esquina, se cruzó de brazos mientras que con los inferiores sostenía el biberón de leche caliente.

Pero la bebé volvió sus ojos completamente rojos y comenzó a desplegar una horrible capa de tentáculos a su alrededor, su sonrisa se amplió de una forma espeluznante y siniestra. No controlaba sus poderes y mucho menos sus impulsos de demonio... En serio le quería arrancar los cuernos. Alastor observó y sintió todo ese despliegue de poder repentino, ¡¿Por qué esa fascinación con sus cuernos?! Se hartó, le daría la pelea que quería.

Se apartó de sus pequeñas manos y su gran sonrisa marcada por una gran cantidad de colmillos brillantes adornó su espectral rostro, y tanto él como su hija cruzaron miradas a punto de batirse en un duelo de tentáculos hasta la mismísima muerte.

¡ALASTOR! ¡ES TU HIJA, YA DETENTE!

Exclamó Ángel porque los dos se estaban dejando llevar.

Oh... Era cierto.

El ciervo abandonó su aterradora apariencia y la bebé lo hizo también, casi de forma simultánea. La niña se rió cerrando sus pequeños ojos y balbuceando palabras incomprensibles. Y su padre solo se tranquilizó al verla reír de una forma tan linda. No sé podía enojar con un ser tan puro.

Tiene tu sonrisa y tu actitud. Por eso es tan preciosa.

Mencionó pensando en voz alta, cayendo en el encanto natural de su beba. Ángel suspiró agotado, se sentó al costado de su hija y la tomó para sentarla sobre sus piernas y brindarle leche del biberón. Ella era igual de impredecible que su pareja.

30 Días OTP / RadioDust Donde viven las historias. Descúbrelo ahora