Día 24: Un miedo profundo

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Era una mañana tranquila, por eso mismo Alastor comenzó a pasearse por el salón principal del hotel. Todo iba bien, era un desierto como siempre.

Sintió un extraño olor invadir cierta parte del salón, algo bastante familiar. La nostalgia lo invadió de inmediato, como si grandes cantidades de memorias humanas se adentraran de golpe en su mente. Claro que reconocía ese aroma asqueroso y ese sonido particular de animal.

¡Alastor! ¿No te gusta? Se lleva bien con mi bebé.

Ángel llegó a la ubicación de su pareja, señaló a el par de mascotas que estaban jugando entre si. El primero era el cerdito de su novio, nada anormal hasta ese momento. Siempre jugaba y corría por todos lados. Y el segundo...

No recordaba haberse sentido así desde que murió. La distorsionada radio en su cabeza largó un chillido agudo mientras que sus ojos se volvían negros y su sonrisa permanecía petrificada en su cara.

¿Al?

Ángel observó extrañado esa anormal reacción. Pero fue incluso peor cuando el perro de tres cabezas que no era más que un pequeño cachorro, corrió con todas sus fuerzas hacia el ciervo. La araña observó lo que pasó sin saber que Alastor estaba en medio de un trance extraño. Sin embargo, el perro se le tiró encima y lo hizo caer de espaldas al suelo, logrando que Alastor soltara su micrófono y se quedara totalmente inerte sobre el piso.

Oh...

Algo estaba mal. Algo era muy extraño. El cachorro movió su cola de un lado a otro, solo estaba jugando. Y cuando vio que Fat Nuggets corría por los alrededores para ser atrapado por él, saltó del pecho de Alastor y se fue corriendo tras el cerdito.

Ángel tragó en seco. Se arrodilló ante Alastor, el cual seguía con ojos negros y emitiendo señales distorsionadas de radio. Lo picó con un dedo, nada. Sacudió su pecho, nada, ninguna reacción. Se desesperó al entender que algo le pasaba, le dió una bofetada demasiado fuerte, violenta y nerviosa. Tampoco había reacción. Ángel comenzó a angustiarse y a jalarse el cabello.

¡ALASTOR! ¡¿QUÉ PASA?! OH NO, ¡SE ROMPIÓ!¡CHARLIE! ¡ALGUIEN! ¡AYUDA!

— No estoy roto.

La araña abrió los ojos, jadeando de la sorpresa. Se inclinó hacia Alastor el cual comenzó a sentarse en su lugar, torciendo su cuello y colocando una mano en su cabeza para tratar de frenar la interferencia. Lo logró con éxito, sus ojos volvieron a la normalidad y le dirigió una mirada neutra a Ángel.

No me gustan los perros.

— No te gus-

Antes de poder finalizar la frase, escuchó de nuevo como ese cachorro comenzaba a correr a su alrededor. Charlie fue la de la idea de traer a ese perro, porque pensaba que haría que el ambiente del hotel fuera más amigable y familiar. Todos amaban a los perros. Bueno, no todos al parecer. Cuando observó a Alastor, se dió cuenta de que estaba mirando demasiado atento los movimientos de ese animal y... estaba temblando a pesar de estar tan a la defensiva.

Alastor le tenía miedo a ese cachorro.

No lo sabía... perdón.

Se sintió culpable. ¿Cómo no sabía algo tan importante sobre él? Se sintió el peor novio, la peor pareja, el peor compañero. Bajó su mirada, de seguro tenía que ver con cosas de su pasado que nunca quería contarle. Alastor odiaba hablar sobre esas cosas.

No te tienes que disculpar. No lo trajiste. Tampoco es tuyo.

Contestó con frialdad el demonio radio, mucho más atento a la proximidad del cachorro que a la conversación con Ángel.

No saber algo tan importante de ti me hace sentir el peor novio del mundo.

Alastor lo escuchó triste, afectado. Suspiró, subió una mano hacia su rostro y lo acarició suavemente. No era su culpa, jamás se lo dijo. Si nunca le contaba esas cosas era porque no quería preocuparlo o hacerlo sentir triste. Había cosas que era mejor no saber.

Hay muchas cosas que no te he contado.

Pero Ángel escuchó esa respuesta y se sintió peor, sintió que no le tenía la confianza suficiente como para confiarle una parte tan sensible de su persona. Lo observó con súplica, quería saberlo todo porque lo amaba mucho.

¿Por qué?

— Ya tienes bastante con tu propio pasado, cariño.

Alastor volvía a ser cortante, reservado y frío al respecto. Algo le decía que esa no era la razón, sino que no quería exponer sus debilidades con nadie, ni siquiera con su pareja. La araña le negó, no podía seguir permitiendo eso.

Eso no me importa... Quiero saber todo de ti. Así puedo ayudarte cada vez que algo te haga daño o te asuste. Eres un alma humana. Los pecadores... Siempre traemos un miedo con nosotros al infierno.

Estaba tan preocupado y dolido por no recibir esa confianza. Pero Alastor tomó su esponjoso rostro entre sus dos manos y le sonrió tristemente. Se lo iba a decir, se lo contaría todo en el momento adecuado. Solo tenía que ser paciente.

Eres un ángel.

30 Días OTP / RadioDust Donde viven las historias. Descúbrelo ahora