Día 20: Día de playa

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Debí suponerlo.

Alastor no tuvo que mirar a su alrededor con detenimiento, todo se hizo muy evidente porque se trataba de una gran cantidad de demonios que no estaban disimulando ni un poco. Ángel caminaba a varios metros delante de él sobre la arena caliente, con una bikini tan...

¡Al! ¡Ven conmigo!

Desprendía glamour, elegancia. Y sensualidad. Su novio rodó los ojos hacia un lado, su radio estaba un poco cambiante.

La interferencia se distorsionó totalmente cuando se dió cuenta de que Ángel era el centro de atención de toda la maldita playa. Le estaban silbando, le estaban gritando. Forzó su sonrisa, giró hacia Ángel que hasta parecía disfrutar de la atención. Pero la gota que derramó el vaso fue cuando se dió cuenta de lo que esa manada de animales asquerosos estaba haciendo en la lejanía.

La araña solo desplegó una manta sobre la arena, se arrodilló sonriente sobre esta. Alastor le clavó una mirada bastante perturbada.

Los demonios estaban mostrando sus genitales erectos alrededor. Estaban erectos por mirar a Ángel con tan poca ropa o al recordar cada película que protagonizó. Sonrió con una dulzura forzada hacia su pareja, ¿En serio algo así de turbio le parecía normal?

Es mala idea que yo esté presenciando esto. Estoy a medio segundo de cometer un genocidio.

— ¿Umm? Pero siempre me miran, todos saben quién soy.

— Si, cariño. Pero en este lugar...

No podía concentrarse en otra cosa que no fuera esa asqueroso escenario. Estaba tan abrumado, sentía náuseas, no podían tener al menos un límite, no, ni uno. Pero le estaba hirviendo la sangre, estaban lejos pero se veía todo con tanta claridad y se escuchaban sus gritos y silbidos tan cerca. Todos le temían a Alastor, pero, ¿Era posible que su lado pervertido fuera incluso más fuerte que su miedo a morir?

No sé si pueda tolerarlo. Todos están mostrando descaradamente lo que les provocas.

— Es el precio de la fama.

Ángel no les prestaba atención, tampoco le daba importancia a lo que le decía Alastor. Desplegó una revista, encendió un cigarro y fumó mientras se recostaba colocando su abultado pecho contra la manta. Ese escenario era algo completamente regular, normal. Desde que empezó a rodar pornografía, su vida se trataba de eso.

Okey... El ciervo inhaló y exhaló. Tal vez solo debía ignorarlo.

¡Miren ese culo! ¡Angie, déjame meter mi-

Un tentáculo salió volando a una velocidad que superaba la leyes de la física. Le rebanó los brazos, las piernas y por supuesto, la verga. Ángel escuchó el gritó de un demonio que estaba pasando cerca de ellos, bajó la revista, apagó el cigarro y frunció el ceño, enojado ante las reacciones exageradas de su novio.

¡Alastor! Eso fue grosero. Prometiste que no matarías a nadie.

— Técnicamente no está muerto. Solo le arranqué cosas que no son tan necesarias.

Tomó asiento en frente de su pareja, podía sonreír con tranquilidad. Necesitaba despedazar a alguien para sentirse en paz al menos por un rato. El arácnido arqueó una ceja hacia él, y le negó con un dedo. El contrario fingió demencia.

No lo vuelvas a hacer.

— Pero, cariño...

— No.

Se frustró. Trató de distenderse un poco, escuchar el sonido de las olas. Algo que impidiera que los gritos obscenos le invadieran la cabeza y le dieran ganas de asesinar. Pero Ángel extendió su cuerpo a su lado, le entregó una botella en sus manos. Se recostó y cerró sus ojos, dándole la espalda.

Bueno, da igual. Quiero que me pases bronceador por todo el cuerpo.

Los ojos de Alastor mostraron rayas de interferencia. Forzó su sonrisa, ¿Era una broma?

Ángel...

— Ahora.

Iba a ser mucho peor si hacía eso, habría muchas consecuencias. Esparció grandes cantidades del líquido blanquecino, espeso y frío sobre su espalda. Comenzó a deslizar sus dedos contra su piel, subió y bajó como si se tratara de un masaje. Alastor no tenía problemas en hacer algo así, no era un jodido indecente de mierda, solo le estaba pasando el bronceador con el único objetivo de seguir una orden.

Pero Ángel no era así. Para nada. Comenzó a gemir exageradamente rogando que fuera más duro, atrayendo a todos esos demonios y haciendo que vociferaran una cantidad tan desorbitante de obsenidades y de "halagos" tan fuera de lugar... Alastor bajó su oscura mirada, pero finalmente estalló.

YA NO PUEDO CON ESTO.

— ¿Alas-

No sabía si Ángel lo hacía a propósito, pero algo le decía que si. No importaba, desplegó más de diez tentáculos que comenzaron a destrozar todo su perímetro. Se levantó riendo como un desquiciado y sació su sed de homicidios múltiples.

El contrario tomó asiento, reposando una mejilla en una de sus manos. Observó el escenario de forma aburrida.

Ya recordé porque nunca venimos.

30 Días OTP / RadioDust Where stories live. Discover now