Capítulo 2

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-Me gustaría que vinieras hoy, estoy seguro de que te encantaría.

-Quizá me pase luego, quiero ir a la librería de enfrente, me interesa más que tu futuro marido, si te digo la verdad.

Liam no se arrepentía del comentario, pero quizá sí de haberlo hecho delante de Louis, que llevaba riéndose de ello desde la noche anterior. Liam no acostumbraba a pensar y menos a decir cosas como esas, se solía mantener en calma casi siempre. Por eso el café le llamaba más si cabía la atención, con sus colores vivos, sus dueños jóvenes y auténticos y esas pequeñas cosas escondidas en cada esquina.

Pese a que a Louis le gustaba escribir en la comodidad del silencio y la intimidad, Liam era más de lugares transitados sobre los que entablar sus historias, se dejaba inspirar totalmente por cada minúscula cosa que ocurría a su alrededor, y en un lugar como el que acababa de descubrir tenía claro que iba a recibir inspiración a raudales.

-Cuando le veas cambiarás de parecer.

-Sé cómo te gustan los chicos, Liam, no me va a interesar.

-Por supuesto que no te va a interesar- dijo Liam, negando con firmeza-. Niall dejó caer algún comentario sobre su orientación sexual.

-¿Orientación sexual?- dijo Louis con sarcasmo-. Se te da bien suavizar el hecho de que a alguien le guste que le den por detrás. Si tiene dos ojos querrá que le des, Liam.

Como casi siempre que Louis sacaba a la luz un vocabulario poco apropiado, Liam rodó los ojos y desapareció de escena para no dar pie a seguir soltando ese tipo de cosas por su boca.

No es que Louis no tuviera curiosidad, de hecho la tenía, a Liam no le había interesado nadie de la forma en la que parecía interesarle ese chico desde la universidad, hacía ya cuatro años. Pero la curiosidad no era lo suficientemente intensa como para hacer que Louis se asomara a ese lugar de culto.

Ni siquiera se acercó a la puerta para ver a Liam dentro cuando bajó a la calle y cruzó hacia la librería. Había visto por la ventana que estaba abierta antes de bajar, no quería perder el tiempo, aunque era cierto que tenía pocas cosas apuntadas en su lista del día.

Al abrir la puerta el olor característico de los libros inundó a Louis por completo, era, junto con el té y el mar, su olor favorito en el mundo entero. Podía pasarse tardes enteras recorriendo estanterías de la biblioteca en busca de ese libro, no leído anteriormente, que cambiara su vida un poco. Lo había conseguido con unos cuantos; a Louis le gustaba tener la mente lo suficientemente abierta como para cambiar sus ideas por otras consideradas mejores a posteriori; pensaba que quizá él también, con sus obras, había podido conseguir eso con otras personas. Realmente lo había hecho.

La librería era lo suficientemente pequeña como para ser acogedora, pero tenía tantos libros que Louis se sintió abrumado por un momento por su colocación. Esperaba que quien trabajara en el lugar tuviera la mente organizada, porque esa tienda era un completo lío.

Había dos estanterías centrales con libros a cada lado, pudo observar a distancia que había novelas colocadas por nombre de escritor. No le llamó especialmente la atención porque era algo que podía encontrar en cualquier otra librería. Lo que le sorprendió fueron las dos estanterías laterales, pegadas a las paredes, con libros colocados en vertical y horizontal por colores del lomo, formando un arcoíris curioso y poco útil, pero completamente hipnótico. Además había varios taburetes colocados indiscriminadamente con decenas de libros sobre ellos, torres que en un primer momento parecerían a punto de caerse, pero que habían sido colocadas con esmero y eran reorganizadas cada mañana.

En ese momento Amalia se encontraba de pie junto a uno de los taburetes con un par de libros en sus manos y un plumero bajo su axila. La mujer se volvió hacia Louis y sus ojos se abrieron con alegría al tiempo que una sonrisa aparecía entre sus labios haciendo que Louis la devolviera de inmediato sin percatarse.

El Café 17 - Louis y HarryWhere stories live. Discover now