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Narra ___

Pip, pip, pip, pip. Maldita alarma.
Abrí los ojos de mala gana y golpeé la pequeña bocina que me taladraba los oídos. Hacía tanto tiempo que no tenía que despertarme a estas horas, en realidad, tal vez no había tenido la obligación de despertarme a las seis de la mañana desde que Fred y los chicos me habían secuestrado. Normalmente a estas horas empezaba a alistarme para otro día en el infierno, o la escuela como la llaman mis padres y maestros. Pero ahora todo era diferente, antes aquella alarma indicaba el comienzo de un nuevo día y a la misma tortura, ahora indicaba el momento de volver a el camino donde más errores cometí.
Pip, pip, pip, pip, pip, pip. Sonó la alarma más fuerte.
Gruñí enojada y me di la media vuelta escondiéndome en el pecho de Fred mientras oía su perfecta y tranquila respiración. De un momento a otro la alarma paró y yo sonreí mentalmente, aunque solo fueron unos segundos de felicidad hasta que Chica entró gritando a la habitación golpeando una cazuela con una cuchara sopera junto con Golden que traía una trompeta en la boca y bailaba por toda la habitación. Ese par me las va a pagar algún día.

Chica: Buenos días soleci…¡Mierda! ¿Desde cuándo duermen juntos?—gritó Chica e inmediatamente se tapó los ojos con la cazuela--¡Aborta misión, Golden! ¡Aborta misión!

Y después de eso los dos salieron corriendo dando enormes carcajadas y al final azotando la puerta. Suspiré enojada y volví a cerrar los ojos a la misma vez que Fred me abrazaba más contra él. Escondí mi rostro en su cuello y me embriagué con su dulce y masculino olor. Su mano se metió bajo mi blusa en mí espalda y empezó a acariciarla lentamente tratando de hacerme conciliar el sueño, y puedo decir que empezaba a funcionar a la perfección, hasta que la alarma a lado mío volvió a sonar.

Fred: ¡Me lleva el tren!—gritó Fred y antes de que pudiera reír, golpeó la alarma haciéndose añicos en el suelo-

Miré aquella alarma echa puré y me alegré internamente de ya no tener nada que nos privara del sueño a  y a mí, o al menos eso pensé hasta que vi por la ventana como el sol ya empezaba a salir y los rayos se filtraban levemente por la cortina. Mierda, ¿Tan rápido se había hecho de día? ¿No podía volver el sol a ocultarse y dejarme en paz por al menos cuatro o seis horas más? Dejé escapar un suspiro de resignación y miré a Fred antes de taparme con las mantas hasta la cabeza.

Fred: Vamos, bebé, es hora de levantarnos—susurró Fred adormilado. Me negué y escondí mi cara en el tumulto de sabanas y almohadas que se habían creado a mi alrededor—Oh, vamos, sabes que voy a estar aquí. Todos vamos a estar, ya hablamos de eso anoche. Ahora, saca tu precioso trasero de ahí y metete a la ducha

Reí sin poder soportarlo y me destape mirando a Fred irónicamente.

___: ¿Me has estado viendo el trasero?—pregunté divertida y con una ceja levantada-

Fred elevó los hombros sin importancia y me regaló una de esas encantadoras y atractivas sonrisas que tanto me gustan. Sentí como me ponía colorada de tan solo pensar que en cualquier momento Fred había podido estar vigilándome de pies a cabeza. Negué con la cabeza aun divertida y salí de la acogedora y caliente cama haciendo a un lado todas las almohadas y tratando de no pisar aquella alarma hecha añicos.

___: Creo que, no has sido el único que se la pasa viendo todo el tiempo al otro—susurré en su oído y antes de que él pudiera agarrarme de la cintura para besarme, me escurrí corriendo hasta el baño-

Reí cuando azoté la puerta y escuché los bufidos enojados de Fred por no haberme dejado besar al otro lado de la puerta. Negué con la cabeza y encendí la ducha templándola a una temperatura adecuada para aquel día. Afortunadamente no hacia tanto frío como ayer, pero a pesar de eso los huesos se te helaban si no llevabas por lo menos un pequeño suéter encima. No importaba, yo ya estaba acostumbrada a los grandes cambios de temperatura en mi Londres.
Esta vez, me aseguré de que el agua estuviera templada al cien por ciento para evitarme una sorpresa como la de ayer al meterme al agua artificial aun helada. Dejé que el ambiente me envolviera acogedoramente mientras cerraba los ojos y suspiraba felizmente aunque aquel día no lo fuera del todo. No importaba, no podía dejarme derrotar tan fácilmente, pues Fred estaría ahí a lado mío de la mano ante cualquier situación. Eso de alguna forma me relajaba y me inspiraba confianza, además, Chica también estaría ahí junto con los chicos.
''Eres tan fea que no ganaría ni un centavo vendiéndote'' De repente escuché dentro de mi mente.
Entonces apreté más fuerte los ojos aun cerrados y traté de recordar de quien provenían aquellas palabras. Fred. Fred Fazbeard. Él me las había dicho exactamente después de que me informara que huiríamos a Italia y de que yo le preguntara si pensaba venderme o traficarme ahí. Woah, pero si él mismo había dicho que yo era atractiva para él ¿Había mentido? No, claro que no, él me amaba y de todos modos ¿Por qué estaba pensando en esto? Eso ya había quedado en el pasado. Todas aquellas peleas, conflictos, malos entendidos, estaban sepultados en una tumba. Pero entonces lo supe, mi mente estaba nuevamente jugándome una muy mala maniobra. Esto ya era tan normal. Aquella mañana había amanecido con tanta confianza en mí misma que mi subconsciente automáticamente empezó a arrojar malos recuerdos a mi mente. Tan típico de mí.
De repente, la puerta se abrió recordándome que aquella mañana había olvidado ponerle seguro.

Secuestrada Fred y tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora