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Narra Fred

Reacomodé nuevamente mi playera ajustada de manga larga, abotonando uno por uno los botones del borde donde chocaban contra mi muñeca. Una vez más, un botón salió disparado hacia el lugar incorrecto de la manga y por millonésima vez, gruñí enojado. Maldita camiseta. A este punto, ella y yo combatíamos una batalla por si debía ponérmela o quitármela. Tenía que ganar. ___ había dicho que se me veía muy sexy aunque yo opiné que me veía como un autentico gay pero ahora ella era mi novia, y me fascinaba complacerla.
Una vez más, un botón salió de su lugar.
Gruñí y me debatí entre quitármela y ponerme una camiseta negra sencilla de manga corta que guardaba en mi armario para ocasiones como estas cuando era demasiado flojo para hacer algo más pero me negué a hacerlo. Mi novia había dicho que le fascinaba esta camiseta, y si le fascinaba, la complacería.
Mi novia. Amaba como sonaba eso.
Salí de la habitación con aun el cabello enmarañado y la cara recién lavada. En este momento, mientras caminaba por el pasillo hacia la planta de arriba, pensé en quedarme en casa con mi novia viendo toda la noche películas de terror en vez de salir a un club nocturno con mis mejores amigos y Chica, pero sabía que si no lo hacía, todos se sentirían olvidados e ___, culpable. Solo una noche, solo será una noche. No puede pasar la gran cosa en una sola noche ¿Cierto? Me dije a mí mismo, pero mi mente viajó a aquella noche cuando ___ casi muere y al sentimiento de culpa y soledad que había vivido por al menos 24 horas. Mierda, claramente algo podía suceder en tan solo una noche.
Al llegar al tercer piso, una suave melodía recorrió mis oídos atrayéndome hacia esta. Ahora, el sentimiento de miedo había desaparecido remplazándolo por un enorme alivio. Caminé hasta el origen del sonido y al llegar me topé con la habitación de música donde una bella joven tocaba la guitarra con una suave melodía. Sus dedos parecían acariciar las cuerdas en vez de presionarlas, casi como si quisiera consolarlo a la misma vez que toca una queda canción. Con los ojos cerrados, ella cantaba muy quedo para ser escuchada, pero aun así yo escuché a la perfección inundándome de ese aun más exquisito sonido. Su voz parecía melancólica, casi taciturna, pero aun así pude identificar ese perfecto brillo de fe en su voz llamándome. Esta vez, fui yo el que cerró los ojos mientras me acercaba lentamente hacia la chica con voz de ángel y al estar lo suficientemente cerca, me senté cerca de ella sin hacer el mayor ruido.
La miré al abrir los ojos y ella me miró percatando mi presencia sin dejar de cantar suavemente. Sonrió al toparse con mi mirada y sentí como algo crecía dentro de mí y luego explotaba de felicidad. De repente el corazón se me paró por un mili segundo al notar su apetecible boca, pero cuando esta la movió con suavidad mientras acariciaba las notas con los labios, el corazón me volvió a palpitar pero esta vez con más fuerza y más alegría. Sonreí mostrando todos mis dientes y supe que esta era y sería para siempre la mujer de mi vida.
Pero entonces ¿Por qué sentía que algo iba realmente mal?
Mi sonrisa desapareció al pasar a una imagen donde ___ resultaba realmente lastimada y ella al notarlo dejó de tocar posando sus manos en mis mejillas acercándome poco a poco a ella.

___: ¿Qué es lo que pasa?—preguntó pasando de felicidad a preocupación-

Sacudí la cabeza mostrando una media falsa sonrisa. No debía preocuparla por algo estúpido y que probablemente solo sería por mi obsesiva manera de protegerla. De todos modos, Owyn pensaba que ella estaba muerta y por lo tanto nadie puede hacerle a alguien muerto. ___ estaba a salvo. Debía de creer eso. Tenía que creer eso.

Fred: Nada—respondí-

Narra ___

Me senté frente al televisor con una taza de chocolate y un pedazo de pastel de zanahoria que Chica y Freddy habían preparado para la cena. Ahora que nadie se encontraba en casa, solo estaba Mama Mai, podría darme un poco de tiempo para mí viendo televisión, revisando mi prueba y después terminar mí velada con un gran libro de terror. Tenía que confesar que lo de la prueba no sería mi parte favorita de la noche y mucho menos la más esperada.
Si. Eso era correcto: Una prueba de embarazo.
Se suponía que debía de tener mi periodo hace algunos días, pero este nunca llegó y aunque yo soy de hormonas irregulares, no quita el hecho de que antes yo no había tenido sexo con alguien. Las probabilidades de que quedará embarazada eran realmente pocas pues los dos habíamos utilizado protección en estos últimos meses y además mis periodos muy de vez en cuando también eran irregulares. Aun así, algo me decía que iba muy mal todo este asunto. Tenía un vago presentimiento de miedo y ansiedad, pero no se lo había querido decir a Fred o a los demás pues sabía que solo lograría ponerlos nerviosos con mis falsas expectativas.
Enfoqué mi mirada en la televisión mientras que transmitía una comedia romántica. Un género que realmente odio. Cambié de canal rápidamente buscando algo bueno que pudieran estar pasando a las nueve de la noche, pero mis esperanzas a aquello eran realmente escasas. Al final, gruñendo enojada, opté por la misma comedia romántica con la que había empezado pues en los demás canales solo se encontraban estúpidos infomerciales sobre el clima.
Una pequeña sombra atravesó la sala y a continuación el pequeño y bonito cuerpo de Mamá Mai se hizo presente en la sala. Sonreí al verla antes de dar un trago a mi chocolate caliente.

Secuestrada Fred y tuWo Geschichten leben. Entdecke jetzt