Semidioses en Hogwarts //EDITANDO//

XVI

Narra Lyra

- Lo que digas, pero antes...

Dije para después alejar a Alex de la chica.
Mis amigos me miraron, preguntándome con la mirada

- no es bueno juntar a muchas locas, nunca pasan cosas buenas para el mundo.

Expliqué.
Mis amigos se pusieron a reír como si no hubiera un mañana.

- doy fé de ello, la última vez que unas locas, psicópatas se juntaron, casi explota el mundo.

Dijo Eve, para después guiñarme un ojo y seguido a Nix. Yo recordando aquello simplemente sonreí.

Excepto Percy, todos rompimos a reír a carcajadas unos segundos después. Supongo que Percy sabía que era posible que eso hubiera ocurrido, de hecho ocurrió, pero los magos no podían saberlo, Percy me miró con preocupación y yo le di una sonrisa tranquilizadora, o eso intenté, pero no pareció funcionar, por que se revolvió en el asiento y me miró con preocupación.

Después de hablar un rato saqué un libro y empecé a leer, pero, como no, el libro se acabó a mitad de viaje, aprox. A si que acabé durmiendo con la cabeza apoyada en el hombro de Daniel, que no se cuando, había acabado a mi lado.

Lo malo es que empecé a tener pesadillas a mitad del sueño, cosas tales como fugaces visiones del Tártaro, mi hermana, y pequeñas visiones de las guerras. Amigos muertos... Etc

De repente escuché un

- ayuda Lyra, socorro Ly.

Que provenía de Daniel.

Entonces desperté, y lo que ví... Me dejó horrorizada.

No se cuando, había convertido mi anillo en espada y la tenía en el cuello de Daniel, haciendo tanta fuerza que un pequeño hilo de sangre caía de su cuello, yo retrocedí de golpe, observando lo que había hecho y con las lágrimas picando en los ojos le pregunté.

- ¿por qué has hecho eso? ¡podría haberte matado!

- lo sé
Me respondió el, aparentemente tranquilo.

- no vuelvas a hacer eso, no soportaría hacerte daño, no soportaría perderte... A tí también.

Dije, según iba hablando mi voz se convertía en un susurro, más y más bajo.

Daniel se acercó a mi y cuando estubo lo suficientemente cerca, abrió los brazos, y yo me lancé a ellos, y lo abracé como si fuera a perderlo, porque... Probablemente así fuera, la vida de un semidiós no es fácil, pero, solo dejaré que uno de ellos muera por encima de mi cadáver.
Con su mentón apoyado en mi cabeza me dijo en un susurro

- no vas a perderme, nada de aquello fué tu culpa.

Entonces al separarse limpió una lágrima solitaria que caía por mi mejilla.
Daniel se acercó a mi oído y dijo

- pero las princesas no lloran

Y yo aunque lo que más quería era llorar, llorar y llorar, llorar por todo. La muerte de mi hermana, las guerras, mis amigos muertos... Todo, lo único que hice fue sonreír, no derramaría más lágrimas por el pasado, ya no más, al menos, eso intentaría.

Entonces escuché las toses de Aura y Orión.

Y me di cuenta de que estaban todos aquí, mis amigos y hermano tenían la mano en sus respectivas armas, como si las acabaran de guardar. Yo hice lo mismo, convirtiendo la espada en anillo.

- ¿para que me habéis despertado, hemos llegado?

Pregunté entonces.
Los magos estaban en shock, o eso parecía.

Reaccionaron ante la pregunta y Aura respondió

- no, no hemos llegado, pero hay que ponerse el uniforme.

Explicó, yo asentí y le pasé un poco de néctar a Daniel.

Ya nos inventaríamos una mentira luego para los magos, lo primero era mi amigo.

Después de una leve discusión sobre quién se quedaba en el vagón y quien se iba al baño, la cual ganaron los chicos y se quedaron en el vagón, me dirigí hacia los baños con el resto de las chicas, incluida Aura.

Cuando me dirigía a los baños, con mi mala suerte acabé chocando con alguien. Cuando dirigí mi cabeza hacia la persona con la que había chocado me encontré con una chica, de pelo entre castaño y rubio, cortado irregularmente, con mechas de mil colores por aquí y por allá, y unos ojos cambiantes. Iba vestida con el uniforme del colegio y a pesar de parecer no querer llamar la atención la llamaba, sin duda alguna. Era guapa, aunque parecía querer disimularlo.

Cogí de la manga a Alex, que era la que más cerca estaba y ella me miró, pero como yo no la miré centró su visión hacia donde yo miraba y creo que la ví abrir la boca.

Por los Dioses era demasiado parecida a...

- Lilianne, Beauty Queen, vamos, que llegamos tarde

Dijo un chico rubio, de piel pálida y ojos miel, que parecían oro puro, tenían motas verdes por aquí y por allá. También llevaba el uniforme, este sin embargo no nos miró, únicamente miraba a la chica y le hacía gestos para que la acompañase.

- Okey, Oliver, vamos.

Dijo la chica, aún mirándonos, como si nosotras también le resultáramos conocidos a ella. Pero giró la cabeza y se dirigió junto al chico, dándonos una última mirada confundida antes de irse, como si no hubiera conseguido saber de donde nos conocía, o como si no fuera posible que nos conociera.
Cuando se fueron, fue nuestro turno de mirarnos confundidas. Los chicos se llamaban Oliver y Lilianne, eran exactamente iguales a nuestros Oliver y Lilianne, sin embargo, no podían ser ellos. Después de estar un rato mirándonos entre nosotras, confundidas, nos dimos cuenta de que todas las chicas habían entrado a cambiarse.

Nos cambiamos y yo me horroricé, la primera vez que me había probado el uniforme, no me había parecido tan incómodo, sin embargo, ahora puedo decirte sin dudarlo que es la cosa más incómoda del mundo, no podía defenderme bien con esa cosa. Las faldas y yo nunca nos habíamos llevado bien, pero en plena misión usar una era algo insólito, ¡por los Dioses, que incomodidad!
Sin embargo cuando ví los zapatos del uniforme pensé, hasta aquí he llegado, no me voy a poner esos zapatos, dudo que haya en este planeta ni en ningún otro algo que sea más incómodo para luchar contra monstruos. Me da igual si rompo las reglas, no me voy a poner eso.

En vez de esos zapatos me pongo unas Converse y salgo a fuera. Me encuentro con todas mis amigas y Aura.

Aura me sigue mirando extraño, supongo que por mi forma de despertar, pero que pase ella tres guerras, luego caiga al Tártaro y intente no estar siempre alerta, además, yo no sabía lo que hacía, jamás haría daño a ninguno de mis amigos, no conscientemente al menos.

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- cambio y corto

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