4. Dominación.

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Limpié las heridas de Marissa en su cama

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Limpié las heridas de Marissa en su cama. Rebeca le había hecho rasguños con sus uñas en el rostro y los brazos. Algunos tenían restos de esmalte y trataba de retirarlos.

—No sé si preocuparme por los golpes o porque tengas el poder de hacer que me ahorque a mí misma —balbuceó en voz baja y sin mirarme.

Después de la confrontación, les había confesado esa parte. La extraña obediencia de Rebeca no me había dejado otro momento para hacerlo. No parecían haberlo tomado muy bien.

—Ni siquiera sabemos si eso sea posible —murmuré en mi defensa y añadí dolida—; y sé que no me conoces pero yo jamás te haría algo así.

—¿Y a Rebeca? Tampoco la soportas y todos nos dió la impresión de que disfrutaste...

—No soy una asesina —interrumpí—. Yo no elegí esto ¿ok? Y tampoco sé que significa, pero sé que no les haré daño. Los protegeré en lo que me sea posible.

Para ser sincera, no sabía si mi promesa de protección abarcaba a Rebeca. Marissa curveó sus labios rosas en una sonrisa cerrada.

—Lo sé, tienes pinta de buena persona —comentó menos tensa—, solo es inevitable pensar esas cosas, ¿me entiendes? Aparte estoy golpeada y melancólica.

—Estarás bien —respondí cortante—, todos lo estaremos.

******

Apenas entré a mi cama escuché la solicitud para subir de Francia. Le confirmé y ella subió. Mi cama era grande y podía recostarse con comodidad a mi lado. Anteriormente ya me había visitado un par de veces, pero ahora no tenía ganas de verla.

—Fue bueno que detuvieras a Rebeca —concedió ella. Pensé que vendría un "pero" a continuación pero me equivé—. Esa mujer está loca.

—¿Vienes a decirme que estás aterrada de que te haga hacer algo que no quieres? —pregunté tajante.

Mi voz sonaba tan irritada como me sentía. Era injusto que me juzgaran por algo que no dependía de mí. Y lo hicieron, lo vi en los ojos de los chicos, en el rostro furioso de Rebeca y en las palabras de Marissa.

—No Maddie —respondió con una dulzura autentica, que me aceleró más el corazón y me provocó insipientes ganas de llorar—. Sé que debe ser impactante para ti también y que no sabes qué hacer con eso. Pero no eres una mala persona.

Nuevamente ese término. ¿Cuál es la diferencia entre lo bueno y lo malo?

—¿No me reprocharas que dio la impresión de que disfruté que Rebeca hiciera lo que yo quisiera?

—Yo creo que hay algo más detrás de eso —se limitó a responder con la mirada baja—. Cuando te fuiste creímos que habías muerto, fue muy feo; te deshiciste. Ella al principio se impresionó pero después y se burló de eso, se autonombró líder y dijo que ahora si haríamos bien las cosas y que el próximo que deseara jugar a los turistas podía tocar ese botón. Tú solo la obligaste a dejar a Marissa y pedirle una disculpa. No digo que ella sea la mala y tu la buena, pero de temerle a alguien primero a ella que a ti.

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