5. Habilidades.

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Mis emociones estaban aceleradas cuando llegué a la habitación, aun habiéndome dado una hora extra para meditar a solas

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Mis emociones estaban aceleradas cuando llegué a la habitación, aun habiéndome dado una hora extra para meditar a solas. Muchas ideas pasaban por mi mente. Las ideas de Samanta específicamente.

—Reunión. Todos vengan —pedí apenas aparecí, sin disimular mi ansiedad.

Francia estaba cantando una canción mientras tocaba una guitarra, su voz era muy bella pero se detuvo con mi anuncio. Alex, Rebeca, Iker y Marissa se encontraban a su alrededor, sobre la plataforma más alta de la habitación.

Todos bajaron con ayuda de la ausencia de gravedad, de la misma forma que la usé yo la última vez; sin el uso del botón. Al parecer ellos ya dominaban esa habilidad. Noté que Iker y Marissa se sostuvieron la mano hasta tocar el piso.

—Qué alegría que llegarás Mad —comentó Francia sonriente—, ¿Cómo te fue?

—Cardiaco, Francia —expresé agitada—. Necesito que crean en mí. Que sepan que no los dañaré.

Rebeca tensó los labios, incómoda.

—¿Ahora quieres que bajemos la guardia? —inquirió sin inmutarse.

—No, has lo que quieras —respondí restándole importancia—, chicos me llamo Maddie Armendáriz Ozuna. Quiero que me conozcan. Mi fruta favorita es la zarzamora, soy chica hogareña y solitaria. Mi mejor amiga en la primaria me llamaba MAO, ustedes pueden llamarme así también si quieren. En su honor, porque la perdí en la enfermedad —narré sin perder la cordura— ¿Saben que apesta? No me siento triste, no puedo. Le lloré mucho pero desde que desperté del trance no había vuelto a sentir tristeza, miedo o desconfianza. Creo que ninguno de los dirigentes. Nos quitaron eso para poder subirnos sin mayor problema y una vez arriba todo volvió, menos la tristeza. A ustedes no les hicieron eso porque hacen lo que nosotros queremos y ahora...

Solté el aire acumulado de mis pulmones. Todos estaban serios y pensativos. Me detuve de pronto. Solo un momento. ¿Estaba bien decirles que podía verlos desde afuera? Ellos por si solos jamás se enterarían, pues no pueden salir. Enterarse solo los haría sentir aún más vulnerables. Tal vez la mejor decisión era callar. Pero, ¿Y si por accidente revelaba algún dato que se supone que no debería saber? ¿Y porque los espiaría, para empezar? Mi cabeza daba vueltas.

—¿Ahora qué? —me incitó a continuar Marissa—, ¿qué te pasa Maddie?

—Encontré a una mujer, Samanta, la que mencionó Jan. Al principio no me prestaba atención y después supe que era porque no tenía información útil que darle, pero al final me dijo algo que me inquietó —relaté rápido, mis palabras se tropezaban unas con otras—, ¿saben lo que es el sadomasoquismo? Ella obligó a los suyos a ser sus sumiso, ella dice que les ordenó que lo disfrutarán y que eso lo justifica y que ahora podemos hacer lo que sea.

Mi ansiedad estaba clara, me sentía culpable con ellos, aunque no tenía claro el porqué. Una parte de mí sabía que yo no había hecho anda malo.

Extraídos del planetaWhere stories live. Discover now