15. Besos y sangre

558 62 13
                                    

Siguiendo los requerimientos de Jan, salí de mi habitación poco después de él, para darle tiempo de llegar a mi pasillo y recibirme

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Siguiendo los requerimientos de Jan, salí de mi habitación poco después de él, para darle tiempo de llegar a mi pasillo y recibirme. La luz de mi aparición me dejó verlo un instante. Su sonrisa cómplice, que competía en tono con su polera blanca, se mantuvo en mi mente, incluso después de que la oscuridad la tomara de rehén.

Necesité acercarme a Jan, mi piel me gritaba lo necesitada que estaba de él. Con seguridad me atrapó en sus brazos. Su delicioso perfume me embriagó de atracción.

—Hola, hermosa —murmuró a unos centímetros de mi boca. Su aliento fresco contorneó el tercio bajo de mi rostro.

Sin mayor reparo, levantó mi barbilla y me depositó un pequeño beso en los labios. Su sabor me hizo olvidarme de la situación que estábamos viviendo. En su boca, la oscuridad era exquisita y el peligro solo le daba un toque afrodisiaco.

Pero el momento no fue recordado por duradero, sino por asfixiante. Pues no tardamos en ser interrumpidos por un rugido fúnebre y animal, que taladró nuestro silencio. No nos dio tiempo de nada; algo monstruoso se acercaba hacia nosotros.

Por instinto retrocedí, pero los bramidos también procedían de esa dirección. Estábamos rodeados. Jan se había equivocado al deducir que no nos atacarían.

—Regresa —pidió con evidente temor en la garganta.

Sin embargo, por primera vez en todo el viaje nuestras pulseras fallaron. No nos dejaron volver. Con la angustia en el pecho, saqué de mi pantalón ambas dagas y le pasé una a Jan. Tomamos una posición de defensa.

Cerré los ojos para darme seguridad, si bien no hacía una diferencia real, me dejaba imaginar que la oscuridad era mi decisión y que podía controlarla. Sin embargo, cuando el ruido desapareció supimos que ya nos habían alcanzado.

Nuestras dagas quedaron incrustadas como decoración, en el primer invasor que me atacó. De un momento a otro, me encontraba en suelo con una presencia grotesca encima de mí, inmovilizando mi cuerpo. Ya no era el aliento de Jan el que me recorría la piel, en su lugar; lo hacía un hedor frio que brotaba de una superficie rasposa y dura.

El peso de aquella cosa incrementaba con el paso de los segundos, presionando mi pequeño cuerpo. La respiración se me volvía cada vez más difícil. Era consciente de los intentos de Jan por ayudarme, pero ni sus gritos ni sus golpes hicieron alguna diferencia. Sin embargo, yo ya no sentía miedo, mi mente estaba ocupada razonando eventos inéditos.

Aunque no podía verlo; lo reconocí de inmediato. A todos ellos. Me habían visitado muchas noches durante mi infancia, me atormentaban al dormir al punto de hacerme despertar con el pijama mojado. Habían regresado, pero con una notable diferencia; ya no estaban contenidos en mis pesadillas.

Cuando superé los episodios de parálisis del sueño, reprimí en mi mente su horrorosa imagen real, en su lugar los había transformado en monstruos semejantes a insectos. Recuerdo alterado, que a la larga me provocó tenerle a los reales. Pero en ese momento su imagen verdadera se desbloqueó en mi mente.

Extraídos del planetaWhere stories live. Discover now