28. Castigo selecto.

345 45 40
                                    

Cuando Jan entró, se volvió la representación de un niño en plena guerra, en una habitación donde los más atroces actos se habían cometido, actos que su mente no alcanzaba sospechar, pues estaban lejos de ser algo que él conociera

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Cuando Jan entró, se volvió la representación de un niño en plena guerra, en una habitación donde los más atroces actos se habían cometido, actos que su mente no alcanzaba sospechar, pues estaban lejos de ser algo que él conociera.

Estaba en un sitio donde la humanidad había escapado del cuerpo de una persona. Y él, aunque no lo sabía, lo intuía, solo protegido por una coraza de valentía que se agujeraba por la confusión.

Pudo ver los cadáveres en el piso, vio los ojos desorbitados y las expresiones de horror. No le eran algo nuevo, pero le aprisionaban el estómago, por lo que limitó su vista a las únicas dos personas que veía directamente: Francia y Hugo.

—¿Qué está pasando? —interrogó.

Sus ojos contactaron con los de Francia, aquella chica a la que solo había visto un par de veces al lado mío. Pudo notar el hilo de sangre que le escurría de su nariz, y una cara roja que delataba temor.  

Francia quiso hablar, pero el miedo le jugó una mala pasada, dejándola paralizada por un eterno momento, sintiéndose aquella chica que solía ser con él; la sumisa, la doblegada y la obediente. Por el contrario, Hugo pareció recuperarse de inmediato, como siempre. Cambió su expresión a una de fingida preocupación.

—Oh, hombre. Qué bueno que llegas —expresó de forma amena, sin quitarle la mirada de encima—, acabo de encontrarlas. Parece que algo pasó, ¿me hechas una mano? Justo estaba ayudando a esta chica. —Le dirigió una mirada dominante a Francia.

—Francia, ¿estás bien? —preguntó Jan, él sí denotando preocupación genuina. Quiso acercarse, pero Hugo se interpuso entre los dos.

—Yo me encargo.

Jan le mantuvo la mirada. Conocía a Hugo desde que subieron a la nave, era su amigo. Aun así, algo le hizo desconfiar de él, se lo gritaban las entrañas.

—Insisto —añadió, dando un paso más en dirección de Francia—, ¿tienes algún problema en que la vea? —lo confrontó directamente.

—De ninguna forma —respondió Hugo, adornando su disgusto con una sonrisa—, solo pensé que querías ver primero a Maddie —añadió, levantando una mano para indicar una dirección a sus espaldas—. Se llevó la peor parte.

La actitud de alerta y precaución que Jan estaba portando, cayó en picada cuando mi mención lo hizo perder la concentración. Su primera reacción inconsciente, fue girarse para verme, encontrándose con una versión de mí postrada en el suelo. Francia supo lo que eso implicaba, y en un esfuerzo de valentía gritó.

—¡JAN, CUIDADO!

Jan no alcanzó a reaccionar ante la advertencia, por lo que el golpe de puño cerrado por parte de Hugo, lo hizo caer sobre uno de los cadáveres. El impulso de la caída, provocó que ambos chocaran contra la pared más próxima a mí.

Extraídos del planetaWhere stories live. Discover now