22. La verdad de Stella.

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Esa era la oportunidad, lo supe desde el primer momento

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Esa era la oportunidad, lo supe desde el primer momento. Sentía la energía de Jan del otro lado de mi mente, compartimos una sensación extraordinaria. La adrenalina borboteaba en nuestros estómagos.

Ni siquiera su objeción a que yo saliera, me impidió hacerlo. Antes de perderme un minuto más de la situación de la que él gozaba, mis pies desnudos contactaron con el suelo del pasillo.

-Sigilosa, alerta y muy discreta -me repetía por telepatía.

Enfoqué toda mi atención en las indicaciones dadas por Jan. Pues si llegaba por un pasillo equivocado, el nuevo anfitrión me vería. Eso podría traernos consecuencias desagradables. O al menos eso inquirimos porque la misma Stella escondió a Jan.

Al cabo de unos minutos de caminar por una ruta muy específica, llegué al punto indicado. Jan estaba pegado a la pared de un pasillo, jugando con el punto ciego del pasillo perpendicular al suyo.

Su tez clara tenía un matiz oscuro y misterioso. Sus labios formaban una delgada línea paralela a la que formaban sus cejas. Cuando me visualizó levantó un dedo sobre sus labios.

Ante el fascinante silencio, mis latidos sonaban extraordinariamente estruendosos. Cuando me acerqué, aquel mutismo se rompió. Me tomó más de un segundo darme cuenta de que no había sido mi culpa.

Se trataba de un ruido a una distancia considerable de mí, cuyo volumen aumenta proporcionalmente a mi cercanía. Continué mis pasos hasta colocarme justo frente a Jan, fue ahí cuando lo distinguí; eran voces. La adrenalina explotó dentro de mí.

Jan descifró las intenciones que yo tenía dibujadas en el rostro, y me suplicó con la mirada que no lo hiciera. Pero mi curiosidad me tenía presa, necesitaba ver lo que había del otro lado. No podía pedirme que no lo hiciera.

Él ya estaba en el extremo límite de ese pasillo. Para observar sin ser vista, necesitaba ocupar ese lugar, pero Jan no se quitaría, pues desaprobaba mi acción.

Con el mismo sigilo coloqué mis brazos atrás de su espalda y mi rodilla entre sus piernas, acercándome lo más posible a él, como si buscara romper las leyes de la física y ocupar un mismo espacio. Aquel chico se tensó, pero no se quitó, eso daría la posibilidad de que un ruido accidental se escabullera.

Dominada por una atracción irresistible, coloqué mi barbilla sobre su hombro derecho y prologué un poco mi cabeza hacía la intercepción de los pasillos. Mis pupilas se dilataron cuando finalmente captaron aquello que tanto deseaban ver.

Dos seres de otro mundo estaban uno frente al otro. La luz que irradiaban juntos, era más abundante que cualquier otra fuente luminosa que yo hubiera visto antes; destellaba y se alteraba según el ritmo de sus voces. Pese a esto, la magistral silueta de sus cuerpos se apreciaba con excelencia, incluso se acentuaba por la iluminación.

El nuevo anfitrión estaba de espaldas, y en efecto; era él. Su figura denotaba rasgos masculinos similares a los humanos, pero su piel estaba encriptada en oscuras tonalidades azules, solo interrumpidas por una red de líneas radiantes.

Extraídos del planetaWhere stories live. Discover now