11. Noche ruda

649 73 35
                                    

Llevaba una hora en completa incertidumbre, desgastando mis zapatos caminando de un extremo del cuarto a otro

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Llevaba una hora en completa incertidumbre, desgastando mis zapatos caminando de un extremo del cuarto a otro. Iker era el único testigo de eso, pues solo él había bajado a hacerme compañía.

—Vamos encanto, ¿ya me vas a contar que te pasa? Luces como la reanimación de una de las momias de Guanajuato. Y créeme que soy amable.

Por un segundo lo miré con intensidad, tratando de descargar mi frustración en él, pero bastó un instante de su mirada cálida para recordarme que él no tenía la culpa de nada. Intentaba ayudarme.

—Me encontré a uno de ellos —confesé con ansiedad. Sus pequeños ojos incrementaron su tamaño y continué para confirmar sus pensamientos reveladores—: Si, a una extraterrestre. Una de las anfitrionas.

Él parpadeó rápidamente. Entre casi indetectables balbuceos, su mente procesaba la información, decidiendo que actitud tomar en respuesta.

—Entiendo —dijo por fin. Al parecer el actuar con confianza había sido la reacción elegida, pues de esa manera se acercó a mí—. Crees que debemos defendernos, ¿es eso? Cargué algunas cosas en mi maleta que nos servirían para...

—No, no —interrumpí, alejándome de él—. Ella es buena. Me trató bien y me protegió de los asesinos de Ernesto.

—¿Asesinos de Ernesto? —repitió Iker. Escuché su seguridad tambalearse en el recién alarmado tono de su voz—. ¿Qué carajo? Eso no nos lo contaste.

—Es que acaba de pasar. —Me senté en el piso, con el temblor dominándome el cuerpo. Ya no me importaba mostrarme fuerte frente a los 5—. Creemos que los alíens mataron a un doctor porque iba a hacer la autopsia de un muerto que...—expliqué con torpeza. Me interrumpí a mí misma al ver su expresión, él ni siquiera sabía que había un segundo cadáver y yo ya le estaba contando de un tercero. Lo estaba empeorando todo—. Lo siento Iker, son tantas cosas que... Te estoy asustando.

—Hey —exclamó después de un momento. Sus grandes cejas se arrugaron, se veía preocupado. Aun así, logró hacer resurgir de su interior esa confianza que lo caracterizaba. Se sentó frente a mí y apoyó una mano en mi hombro—. No estás sola, yo estoy aquí.

Me sonó como una frase prediseñada. Aquellas que uno suele escuchar en donde sea, que todos conocemos y usamos cuando no sabemos que más decir. Frases vacías. Sin embargo Iker le había dado un significado, porque sus palabras eran todo lo que yo necesitaba escuchar en aquel momento.

Mis ojos se humedecieron y mi ansiedad dejó de incrementar. Me acerqué a él y lo abracé con la misma tranquilidad que él estaba tomando. Su olor era distinto a lo que mi nariz frecuentaba. Era un aroma fuerte y exótico. Su dorso era grueso y musculoso.

El silencio perduró lo suficiente para llorar hasta sentirme mejor.

—Jan se quedó con ella, Iker. Estoy aterrada de que le haga daño —murmuré, sorbiendo mi nariz.

Extraídos del planetaWhere stories live. Discover now