DUPLO [+18]✔️ [I]

2. Familia Davis

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Summer Hill

—¿Qué mierda crees que estás haciendo?— pregunto, girándome hacia el chico con el que comencé a bailar hace literalmente 5 segundos y cuya mano ya está ascendiendo por debajo de mi vestido.

El tipo, lejos de disculparse, pretende pegarme más a su cuerpo, le empujo con fuerza cuando su aliento a ginebra me resulta nauseabundo y me responde con una mueca de desaprobación.

— Vamos, no seas estrecha— se relame mirándome—. Los dos sabemos que te ha gustado...

Su afirmación solo logra que un calor abrasador ascienda por mi cuerpo y no precisamente de manera positiva así que, con la ira borbotándome en las venas y toda la fuerza que puedo, le propino un bolsazo en la cara que juraría le acaba de quitar todo rastro de ebriedad.

— Me acabas de golpear...— se acaricia la mejilla incrédulo.

— Muy hábil. ¿Has llegado a esa conclusión tú solo o el sabor del cuero te ha ayudado? — aplaudo irónicamente.

— Hija de...

Ruedo los ojos dando por finalizado el espectáculo pero para cuando pretendo marcharme el tipo me retiene haciéndome resoplar.

Su intención parece ser encararme pero el pelirrojo, alias el ligue de mi amiga, interrumpe la acción interponiéndose entre ambos. Este decide hablarle de manera amable para pedirle que cada quien siga su camino sin tener en cuenta lo ocurrido.

El idiota con el que— tonta de mí— accedí a bailar, no parece estar muy de acuerdo con la petición y tras intercambiar unas pocas palabras le propina un puñetazo directo al pobre y adorable acompañante de Cori, quien cae al suelo sin terminar de procesar muy bien lo que acaba de ocurrir.

Los pocos acompañantes del pelirrojo, que hasta entonces estaban dispersos por la discoteca, se acercan a toda prisa para interponerse pero mi amiga y yo tenemos otros planes.

Intercambiamos una rápida mirada y sé lo que piensa sin necesidad de que abra la boca. Sostengo con fuerza mi bolso, de nuevo, y comienzo a rodarlo como si no hubiese un mañana.

Cori por su parte se desprende rápidamente de sus anillos y en un abrir y cerrar de ojos ya se los ha entregado al susodicho que aún yace en el suelo, sosteniéndose la mejilla, y observándonos cada vez más patidifuso.

La cabeza de mi amiga se mueve de un lado para otro con la intención de estirar los músculos de su cuello y tengo que contener la risa al fijarme en su expresión. Mis piernas se mueven siguiéndola cuando se adentra en la trifulca y, nada más que por su desconcierto, conseguimos que el tipo caiga al suelo.

No le hacemos gran cosa, por mi parte se lleva un par de bolsazos más en la cara, por parte de Cori unos tirones de pelo y puede que le haya devuelto el puñetazo que se merece.

Para cuando queremos darnos cuenta la seguridad del local ya nos tiene fuera y uno de los grandullones alza a Cori cuando se niega a moverse.

— ¡Sé andar y me sé el camino!— se queja pataleando — ¡Cuanto dramatismo por arrancarle a un imbécil 4 pelos!

Suelta disimuladamente un buen puñado de cabello cuando la dejan junto a mí, frente a la entrada trasera del local.

— Que injusto— bufa espolvoreándose las manos antes de alisarse el vestido—. Una defendiendo sus derechos y la echan de los lugares...

— Coraima— llama la voz del pelirrojo, obligándonos mirarle cuando se acerca a nosotras.

El tímido ligue de mi amiga nos analiza y examina, asegurándose de que estamos bien antes de disculparse por su falta de participación en el altercado.