3. ¿Quién era esa fiera?

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Summer Hill

Estudio la pantalla de mi ordenador una y otra vez hasta que me decido a tomar mi teléfono para corroborar lo que estoy leyendo. Llamo a mi amiga y agradezco tenerla al otro lado en un par de segundos.

—Cori, rápido, no tengo mucho tiempo— hablo lo más rápido que puedo.

— Pues estoy bien, gracias, nada ha cambiado mucho desde esta mañana, me ha salido uno de esos granos que duelen, pero por lo demás todo sigue igual. ¿Y tú?— se mofa.

— No tengo tiempo, estoy en el trabajo y no precisamente en mi descanso—escupo rápidamente—. Escucha, juraría que no me equivoco, pero recuérdame como se llama el concesionario en el que trabajas.

Luxury Racing. ¿Por?

—¿De casualidad sabes el nombre del nuevo director que mencionaste?— hablo tan rápido que ni siquiera sé si estoy vocalizando.

— Le llamamos señor Davis, pero su nombre es Ian— aclara—, Ian Davis.

— Vale, te veo en casa—cuelgo dejándola con la palabra en la boca.

Así que el chico que vi en la foto e hijo de las señoras Davis es el jefazo de Cori, bueno, no solo de Cori.

Todo el mundo sabe que en estos momentos lo más lógico es recurrir a nuestro precioso Google y efectivamente es lo que hago a continuación. Al teclear "Ian Davis " aparecen cientos de miles de artículos, pero mi yo curiosa se ha quedado prendada de la descripción celestial que dio Cori y el aura tremendamente caliente que desprendía la foto en la que no se le veía el rostro, así que no voy a mentir, lo que más curiosidad me produce ahora mismo es ver su cara.

En cuanto el cursor selecciona la pestaña de imágenes me mudo a otro universo. Literalmente, me paralizo con la mano sobre el ratón, cuando la primera foto me absorbe al instante. Ni la mejor de mis proyecciones mentales le hacía para nada, para-nada, justicia y no exagero.  El maldito parece una jodida creación apolínea.

Su rostro se mantiene serio en todas las fotografías, con el ceño ligeramente fruncido pero aún así parece que las facciones marcadas y la mandíbula perfilada no hacen más que sumarle atractivo al matiz imponente que se carga, haciendo que deba abanicarme con la mano cuando siento que me acaloro— de nuevo— con una simple foto.

El cabello lo luce liso, es casi una media melena pero que parece peinar desinteresadamente hacia atrás y cuyo acto no tiene pinta de servir de gran cosa porque su cabello vuelve a ceñirse sobre su frente en la mayoría de fotografías. Y es un dato que llama mi atención porque en ninguna foto sale perfectamente peinado, siempre tiene algún mechón rebelde sobre la cara que en vez de restarle, le suma.

Coño, es atractivo, muy atractivo, demasidado jodidamente atractivo.

Me fijo en sus tatuajes, y son suficientes como para cubrir la mayoría de la piel de sus brazos — por lo menos la que alcanzo a ver en las fotografías en las que sale remangado—. Son dibujos pequeños y grandes, esparcidos al azar, no con sombreados ni demasiado realistas, más bien bastante minimalistas.

El que me acabe de dar cuenta de que llevo 5 minutos suspirando por una fotografía me devuelve a la realidad y me abofeteo mentalmente por mi falta de profesionalismo, así que continuo con mi seria investigación.

Ian Davis, el multimillonario de 25 años creador de una nueva categoría en carreras automovilísticas.

Coño.

DUPLO [+18]✔️  [I]Where stories live. Discover now