Cinco

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Eran las pruebas de tiroteo y todos formaban una linea con sus respectivas pistolas de combate  disparándole a cierto objeto, en este caso, eran latas. Hasta que tocaron los pruebas individuales, cada uno tendría su turno para disparar a cierta lata a cierta distancia.

La linea de alumnos era larga, iban por la tercera ronda y los 7 primeros alumnos habían fallado, ya que todos se les dificultaba que el objetivo estuviera tan lejos y contaban con tan sólo una pistola de combate. Era turno de Gustabo, que si ganaba se terminaría el entrenamiento y podrían terminar servicio, excepto Volkov y Greco, que tenían turno nocturno de cuidar comisaría.

Gustabo, cerro un ojo haciendo vista fija a el objetivo, se concentro y soltó un último aliento tibio antes de disparar, las manos le sudaban y trataba de enfocar bien su puntería para por fin irse a casa. Todos en el fondo le deseaban suerte a Gustabo ya que querían irse.

Apretó el gatillo con la mayor confianza que sus nervios le permitían para que la bala se distanciara del objetivo. Había fallado.

— ¡No me jodas! — maldijo — por nada ,tío.

Un disparó se escuchó a el lado derecho de Gustabo y todos pasaron de ver la lata intacta a ver el disparo que había provocado su hermano. Sólo sonrió nervioso y señaló su arma. Su padre palmó su mano en su rostro de la vergüenza.

— Ups — lamentó mostrando la dentadura a todos sus compañeros que tenían las mirada en él — Ya no tengo balas.

Volkov estaba a unos centímetros de él, mirándolo atentamente. Horacio alargó un poco su brazo para alcanzar el arma de combate en el cinturón de este.

— ¿Pero que coño haces? — le preguntó extrañado Viktor.

— Un momento.

Horacio no hizo mucho esfuerzo, no se concentró mucho en apuntar como lo hizo su hermano. Sin embargo este si le dio a la lata. Todos se aliviaron y dejaron sus puestos de combate para retirarse y tomar sus cosas del badulaque para marcharse de una buena vez. Conway le sonrió por la sorprendente puntería de su hijo y anunció la salida de todos los alumnos.

El lugar se empezó a quedar a vacío. Sólo quedaba los tres superiores y el par.

— Ese es mi Horacio, joder — dijo Gustabo dando un mini salto para abrazar por el cuello a su hermano.

Horacio le sonrió para luego, darle la pistola a su dueño. Volkov seguía mirando la lata sorprendido por la puntería que podía llegar a tener el alumno, este le tocó el hombro y hizo entrega de su arma.

— ten, gracias – Volkov recibió el arma extrañado mirando con él ceño fruncido a Horacio, este le había guiñado un ojo coqueto para luego irse con su hermano y su padre en la patrulla.

Volkov vio el arma que dejó en sus manos. Traía un papelito con el número de Horacio. Él ruso lo guardo inmediatamente, se puso algo rojo y se dirigió donde Greco para luego ir a comisaría. Ya había empezado a anochecer.

Horacio y Gustabo habían llegado a su departamento junto a su padre, que les dio una abrazo a los dos en la entrada del lugar sin antes ordenarles que se cuidaran. Al ser el hijo del superintendente era fácil que intentasen raptarles gracias a la reputación de su padre. Pero los chicos ya eran mayores, sabían defenderse solos o eso tranquilizaba a su padre.

Apenas entraron Horacio se tiro en su cama y suspiró. Gustabo abrió el armario buscando su ropa normal.

— Uuuuyyy...— dijo imitando la voz de su hermano en forma burlesca, agarrando un mechón de cabello y pestañeando repetidas veces – soy horacio, Tomaré su arma comisario bombón...¿Puedo tomar su miembro también? QUE JOTO por dios.

The police cry a lot [Volkacio]Where stories live. Discover now