#10 El repartidor de pizza.

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Narradora Omnisciente:

West volvió a su salón, y como no había nadie, se robó el lugar de otro compañero. No le importaba, así que simplemente sacó la mochila sobre la silla de su compañero y la tiró al suelo, para luego correrla de su vista con el pie.

Se dejó caer en la silla, agarró sus audífonos inalámbricos y se los colocó; luego puso música a todo volúmen y apoyó sus piernas en el pupitre, pateando un poco las cosas que había en este. Ya saben, estilo Jade.

Después de algunos minutos, vio a la profesora entrar. Era delgada y muy cascarrabias para el punto de vista de la gótica. Obviamente no se llevaban bien, y Sonia, así se llamaba la docente, siempre buscaba algún punto de vista para criticar a la West menor.

Que desastre. ¿Cómo puedes sentarte así? Hablo apenas entró, acomodando su cartera roja en el escritorio.

Apoyando el trasero en una silla, levantas las piernas y las apoyas en un banco. No es muy difícil para la gente joven. Sonrió ampliamente, haciendo que su maestra solo haga un grito ofendido, poniéndose una mano en el pecho.

Por dios, que insolencia la suya. Levantó las cejas.

Y hay mucha más de donde viene ella. Rodó los ojos, y volvió a reproducir música en su teléfono.

La verdad es que esto de ser así la estaba agotando. Nadie tenía una idea de cómo era en realidad. O sea sí, Tori la tenía, pero todo se fue a la basura.

Las clases terminaron. Salió de su salón, sin ganas de nada. Y vio al grupito de "sus amigos", que la observaban así sin más. Entre ellos claramente estaba su ex novia.

¿Y ustedes qué tanto ven? ¿Quieren una foto? Preguntó de mala gana para luego fruncir el ceño y salir al exterior, empujando a todos a su paso.

Hey, tonta. La llamó alguien. Buscó con la mirada. Vamos.

Steven, ¿qué haces aquí? Preguntó, dándole una buena mirada al auto, que estaba algo marcado pero bastante mejorcito que después del choque.

Un tal David me llamó para buscar el auto después de que te fuiste. Y perdona por no traerte. ¿Cómo viniste?

Caminando. Levantó los hombros y miró al par de chicas que estaban detrás suyo. Dime que no hay una multitud de pre adolescentes hormonales atrás mío.

Te diría que no, pero allí están. Las miró sin ánimos.

No entiendo que te ven de atractivo, eres horrendo. Hizo una arcada.

Tú no te quedas atrás, eh. Le dió un leve golpe en el hombro.

Ve y diles que son únicas para ti. Les cumpliras un sueño y lograré que por fin dejen de ponerme notas en mi locker como "tu hermano es hermoso", "somos cuñadas" y esas cosas. Dijo, abriendo la puerta del auto.

Son niñas. Rió.

Yo de niña no hacía ese tipo de idioteces, Steven. Sonrió y entró cerrando la puerta.

El mayor fue, pero obviamente no dijo lo que Jade le comentó. El había sido un modelo de las revistas de su vecindario, y muchas se morían por él, le pedían firmas, fotos, o solo charlas.

Tardó quince minutos. Luego se subió al carro.

Diablos, ¿qué es esta porquería? Preguntó gritando al escuchar el alto volúmen que tenía la radio. Apretó bruscamente el botón de apagado.

Solo tú me haces feliz. TERMINADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora