Capítulo 24

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Capítulo 24.

Palpo mi bolsillos, y no encuentro mi teléfono móvil, grito de frustración, da igual, ya saben que estoy aquí y no parecen querer irse de mi casa.

Una mano golpea la puerta y retrocedo hasta chocarme contra la fría pared, pero es un golpe flojo, por lo que no chillo.

- Tenemos que hablar. – Reconoce la voz de Daniel. – Tienes que librarte de esos seres. 

Frunzo el ceño, al oír los de “esos seres”, pero al final caigo en la cuenta de que se refieren a los hombres lobos,  sus palabras me irritan, no tiene derecho a insultarlos, tanto que suelto un bufido, como si me fuera a librar de ellos soltando un bufido, no conseguiré nada, pienso.

- Tienes que creernos, no hacen más que atacar a los humanos, son un peligro para nuestra especie. - Hace una pausa al hablar.  -  Sé que alguna vez te han hecho daño. 

Intento no pensar en sus palabras pero la imagen de Alex y Calum haciéndome daño, pero es imposible,  pasan por mi mente como diapositivas en una presentación, 

- Se creen mejores que nosotros. - Masculla entre dientes Daniel a través de la puerta.

La imagen de la señora mayor y los familiares de Calum hace que inconscientemente asienta con la cabeza.

Quiero decir que no es así, pero no puedo.

- Desprecian a los humanos, sabemos que vas con ellos y lo único que queremos hacer es protegerte, si te hubiéramos querido hacer daño, ya lo hubiéramos hecho, me arrepiento cada día de ese día.

No quiero creerle, quiero mantenerme fuerte y rígida, pero sé que en parte tiene razón y una parte de mí tiene curiosidad sobre lo que puede decir de ellos, pero la otra quiere pegarle con algo que haya en el baño por decir esas cosas de ellos sin derecho aparente.

Me obligo a relajarme y a respirar hondo, mis padres vendrán a casa, pienso.

Un golpe me asusta y de repente la puerta del baño se encuentra en el suelo.

Me agarran del brazo y me arrastran hasta el salón. Forcejeo.

Me arrastran hasta el salón, me sientan sobre el sillón.

Un chico de pelo negro y fornido se sienta a mi lado y me agarra las muñecas que aún están doloridas por las manos de Alex.

Me retuerzo mientras Daniel me mira fijamente.

Daniel lee mi expresión y quita las manos de mi muñecas a su compañero,  mira sorprendido las marcas de color púrpura y las analiza, como si estuviera haciendo un chequeo.

- ¿Quién hizo esto? – Gritó.

Los demás se miraron entre ellos y negaron con la cabeza, corroborando su inocencia.

- No lo hicieron ellos. – Dije en un susurro.

Daniel me escaneó con la mirada, para asegurarse de que no estuviera mintiendo y asintió con la cabeza.

- Bien, antes de que escapes queremos explicarte por que no debes estar con esos bichos, y te ayudaremos a curar esas horribles marcas. – Hace una mueca.

Estoy dispuesta a cruzarle la cara por decir eso, pero en vez de eso me siento y espero a que se explique.

De repente saca una mochila de color negro, que no sabía que tenía, y empieza a extender sobres y papeles sobre la mesa, parece que hay algunas fotos y documentos escritos en papel.

Ordena todo en un montón en una esquina mientras los va clasificando.

 Coge una foto tamaño folio y me la tiende.

Mi vecino es un hombre loboWhere stories live. Discover now