Ceder.

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Aquella tarde Adara volvió a casa hecha un lio. El cuerpo le pesaba y las heridas le ardían. Agradeció que no fueran profundas, apenas unos raspones, o el dolor seria mayor. En realidad, la única que le preocupaba era la de la cabeza, pues, aunque no necesitó puntos, era más grave que los cortes de sus brazos y manos.

—Edward. —llamó su atención desde el asiento de atrás justo cuando se estacionaron frente a la casa de las Swan.

No estaba muy segura de si el vampiro regresaría a casa o pasaría a su residencia, por lo que prefirió aclarar sus dudas en el auto en lugar de arriesgarse a hablarlo dentro de la casa.

—No lo creo, Adara. Es nuevo en todo esto, es muy complicado para él, dale tiempo. —respondió a las preguntas que solo se había formulado en su mente. Bella tuvo que apañárselas para interpretar la conversación. —Entiéndelo, está acostumbrado a que todo el que lo conozca le tema y lo que menos quería era alejarte, pero...

—¡Entonces que no lo haga! Si se diera la oportunidad podríamos hablar y se arreglarían cientos de malentendidos. Házselo saber.

Estaba comenzando a irritarse, detestaba que la gente la ignorara, sí, pero era tolerable, lo que no podía soportar era que Jasper la alejara así, decidiendo por ella que era mejor o peor para su propia seguridad. No era una niña pequeña y si bien había mucha información nueva que procesar, aun podía tomar decisiones, o eso creía. Salió del auto asustada, todo el enojo, frustración y preocupación se estaban manifestando en su cuerpo con temblores, nauseas e hiperventilaciones.

Se obligo a caminar a la entrada sin voltear la vista atrás, tratando de no levantar sospechas en Bella. Aunque sus pasos lucían decentes le estaba costando mucho enfocar la vista. Se detuvo unos segundos recargada en el pequeño barandal de la entrada, sentía que yo no podía avanzar más, pero en menos de un segundo todo el pánico se fue, llevándose consigo los malestares físicos.

—Está aquí, ¿cierto? —susurró bastante segura de que el novio de su hermana podría oírla. —Jasper, por favor. —su mirada lo buscaba, enfocándose en todos lados a pesar de que sería en vano. —La herida esta sanada y Edward está aquí, es seguro.

Entró a la casa cerrando la puerta con fuerza cuando aquellas vibras de calma disminuyeron: Jasper se había ido. Agradeció que Charlie aun no llegara, no tenía ánimos de dar explicaciones sobre sus vendas, su ánimo y su falta de apetito. Se puso el pijama y se acurrucó en su cama deseando que Jasper le hiciera compañía igual que los días que enfermó.

A la mañana siguiente escuchó ruidos en el primer piso. Se puso los primeros jeans que encontró y un suéter holgado que le cubriera las vendas. Cepilló su cabello, dejándolo suelto y hacia el frente para cubrirle la venda de la cabeza. Antes de bajar entró a la habitación de Bella para asegurarse que los ruidos de abajo eran su padre. Una parte de ella no se sorprendió al ver a su hermana dormida en los brazos del vampiro. Con vergüenza admitió para sí misma... e inconscientemente para Edward también, que aquella escena le daba envidia.

—Buenos días. —susurró en respuesta al saludo que Adara había dicho en su mente.

Al bajar se encontró con Charlie limpiando una escopeta. Saludó y caminó a la cocina en busca de algo para almorzar. Escogió wafles, no tenía ánimos para preparar algo muy sofisticado. Cuando estaban listos fue al comedor en busca de la compañía de su padre.

—¿Sabes? Cuando tu madre me dijo que se habían decidido y vendrían a vivir conmigo lo primero que hice fue buscar en el supermercado comida para ti. También visité Port Ángeles. No quería que vivieras de pura fruta, mucho menos que rompieras tu dieta. —hizo una breve pausa. —Me sorprende bastante que el área cuente con todo lo que necesitas, o al menos la mayoría.

Jaspe.Onde histórias criam vida. Descubra agora