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Sus labios eran cálidos. Sus besos embriagadores. Y sus caricias el mismo cielo.

Me tuve que convencer dos veces que no estaba besando a un angel en ese mismo instante.

Las manos de Harry me apretaron mientras nuestros labios no dejaban de tocarse; sentí que deslizó la punta de su lengua sobre mi labio inferior con tanta delicadeza que mi estómago salió revuelto por todos lados. Era el mismo cielo. Podía asegurar que estaba flotando en ese mismo instante.

Abri la boca en un suave jadeo que el aprovechó para meter su lengua. La toque con necesidad. Comenzamos una pequeña guerra que ni siquiera se quien gano, porque estaba demasiado entretenida en sus manos. Esas manos tan grandes, cálidas y bonitas que tanto me sacaban de órbita. Se sentía jodidamente bien saber que las tenia sobre mi, y únicamente para mi.

Bajaron de mi espalda por mi coxis y terminaron en mi trasero entre caricias salvajes y a la vez suaves. Pensé en lo grandes que eran cuando abarcaron casi todo mi trasero. No me aguante el gemido que solté pero agradecí que fuera bajo y casi inaudible para cualquiera que estuviera fuera de la habitación. No quería que todos escucharan el espectáculo que teníamos dentro.

Me sentia absorta. Desconectada de la realidad. Plenamente relajada y feliz; con Harry. No podía pensar en algún lugar mejor en donde estar más que allí con el, junto a él, por el, y para el. Se había convertido en alguien sumamente importante en poco tiempo y el nisiquiera lo sabía. Yo ni siquiera lo sabía hasta ese momento.

-No tienes una idea de como me ponen tus gemidos.

Me sonroje algo victoriosa. Su voz sonó demandante y muy posesiva. Sensual.

Acaricie su cuello con suavidad y lentitud en un intento de tortura cálido y poco agobiante. Hice un recorrido por su mandíbula marcada, notando que estaba completamente destensada, y termine en el borde del cuello de su camisa.

Estaba abierta, como siempre. Metí la mano y acaricié su pecho. Su piel debajo de mis dedos estaba caliente y, aunque era leve, pude distinguir una capa de sudor abordandolo. Se sentia tan jodidamente bien. Sonrei cuando choque con su collar pero lo hice a un lado de un solo manoton.

El se rió.

Las vibraciones de sus labios navegaron desde los míos hasta mi vientre. Senti como me tense al instante. El deseo explotó dentro de mi haciendo que me acomodara mejor sobre el; sobre su entrepierna.

Con sus manos aún sobre mi trasero el solto un gemido bajo, casi inaudible que fue la gloria para mis oídos. De nuevo su voz ronca y tentativa hacia estragos dentro de mi. Saber que provocaba eso en el estaba matándome de dicha.

-No te muevas así, cielo, a menos que quieras terminar esto incluso aunque no haya comenzado.

Aguante una risa y le mostré una sonrisa divertida.

SUNFLOWER • h.s Where stories live. Discover now