Capítulo 14

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Lina escuchó con seriedad lo que le conté. Eran las 19:45 y me faltaban 15 minutos para salir del trabajo. Nuestros horarios nos habían impedido coincidir en una conversación antes, pero la espera se había arrastrado demasiado y necesitaba su consejo más que nunca. Por eso, aprovechando un espacio libre en el negocio, me senté en una desvencijada silla tras el mostrador y la llamé.

Con Maggie me llevaba bien, pero había situaciones que me daba vergüenza comentarle. Lina era la única persona con quien podía hablar sin problema. Nos conocíamos desde que habíamos ingresado a la universidad y a diferencia de Maggie, ella conocía cada detalle de mis relaciones frustradas en el minuto en que sucedieron, lejos de la interpretación personal que le di después.

Contar mis historias era un ejercicio que me entretenía cuando conversaba con nuevas personas, pero el tiempo había diluido el daño y dolor real y las había transformado en simples anécdotas, donde me mostraba más fuerte, resuelta y audaz de lo que realmente era.

Me gustaba ese dibujo, pero no era útil cuando tenía que tomar decisiones.

—Ese Lucas —rio —. Es que nunca tuvo muchas luces. Y se le ocurrían ideas extrañas. No sé qué estabas pensando cuando decidiste salir con él.

—Seee, es que igual tenía esta historia de "nunca soy el elegido", "las chicas nunca escogen a los buenos", que me daba pena, y me caía bien en primera instancia. Es gracioso. Pero supongo que algunas cosas que son graciosas, cuando eres su amiga, no son graciosas cuando decides ser otra cosa.

—Buena lección, la tendré en cuenta cuando decida dar ese paso con un amigo. —Rio—. Y hablando de idiotas ¿has sabido algo de Vicente?

Sonreí. Se sentía bien hablar con Lina.

—No, nada. No me ha hablado desde esa vez que fui con Maggie al Puerto y le dije que estaba ocupada. Quizás espera que le hable primero.

—Y no lo harás, supongo...

—No, por supuesto que no.

—¡Esa sí que es una buena noticia!

Suspiré.

—¡Ay, Dana!, no me digas que lo extrañas, porque te juro que me subo en el primer vuelo para allá y te mato.

—No, nada que ver. —Reí nostálgica—. Sólo se siente extraño.

—¿Qué cosa?

No respondí de inmediato, en cambio froté mis zapatillas contra el piso, con la mirada fija sobre ellas. No sabía con certeza lo que quería decir. Sentía las palabras atoradas y temía que en cuanto abriera la boca se escaparan descontroladas. Quería hablar con Lina, pero no quería llegar al punto de preocuparla.

—No sé explicarlo —le dije, más medida de lo que necesitaba.

Lina meditó un segundo, dejando escapar un sonoro "Mmmh". Luego decantó por lo práctico:

—Cuéntame y si no entiendo te pregunto, ¿te parece?

Asentí.

—Es como que un día éramos Paula, tú, Vicente y yo para todas partes y ahora, siento como si no fuera la misma persona de hace, no sé, 2 años —le expliqué finalmente—. Ahora somos Maggie, Sole, Benja, Joshua, Joaquín y Matías. Y no los conozco tan bien, entonces cada semana parece que son distintos y no termino de adaptarme y resulta que Benja está casado y no sé qué pasará la semana que viene. ¿Me entiendes?

—Uff, si Dani, mucho —me dijo con alivio. 

—Lina te extraño —lancé finalmente con un tono lánguido y supe que eso era exactamente lo que quería decir—. Si estuvieras acá, estoy segura que todo sería más fácil. A veces me cuesta saber qué soy en estos días.

Le dicen El DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora