Capítulo 29

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[18:34] Yo: llegué

[18:37] +(xx)x 82 544 611: Voy

Cinco veces llamé —antes de que Benja me encontrara, sentada en una banca, en el patio central de tesorería— y cinco veces el celular me envió a la contestadora.

Yo no me había mirado, pero supuse por el rostro que puso él, que se me notaba mucho que había estado llorando.

Tiritaba de frío.

Benja me miró desde lejos, se le cruzó una mirada de espanto, antes de acercarse hasta donde yo estaba.

—Me quedó claro —bufó, antes de cortar la llamada que hacía.

No supe qué decir.

—¿Maggie? —pregunté a modo de saludo.

Asintió desconcertado.

—¿Estás bien? —preguntó.

Negué con la cabeza.

—No lo sé.

No lo estaba.

—Lo siento —se disculpó.

Pero ¿él qué tenía que ver con eso? Yo era la que debía disculparme, por orillarlo a mentir. No él conmigo.

No respondí. En cambio, miré el celular, buscando algo que no estaba ahí. Y al descubrirme haciéndolo, se me apretó el estómago y sentí de nuevo, ganas de llorar.

—Voy a avisarle a Nuri, que estaré un rato hablando contigo ¿te parece?

Me levanté de la banca y negué con la cabeza.

—Te acompaño.

Al final de un pasillo, estaba la oficina donde Nuri esperaba. Apenas me vio llegar se levantó de la banca y me abrazó.

No dijo nada, sólo me abrazó y fue suficiente.

—Si quieres —le sugirió a Benja— yo me quedo a esperar y ustedes van a buscar el cuaderno al auto, ¿te parece?

Benja le dio una mirada de preocupación.

—¿Segura?

—¡Vamos! Quedan como 15 personas aún y no me voy a mover de aquí. Cualquier cosa llamo a Dana ¿te parece?

Benja le entregó el celular reticente y ella le pasó las llaves del auto.

Antes de encaminarnos a los estacionamientos, se acercó y le dijo algo al oído, Nuri asintió.

Benja me guio hasta el auto. Estaba al otro extremo, lejos de la entrada. Apenas si se veía el camino, pero cada cierto tiempo un par de farolas se encendía y nos abría paso.

Me senté en el lado del copiloto y me saqué la chaqueta empapada. Benja encendió el auto, puso la calefacción y prendió la radio, antes de decir algo.

—Tu cuaderno lo tengo en la mochila, supuse que lo necesitarías.

Asentí.

Me lo pasó.

—Estaba en el auto de Santiago, bajo el asiento del copiloto.

—Sí, me imaginé —respondí.

—Entonces...

Supongo que ninguno sabía cómo empezar la conversación.

—¿Te contó Maggie?

—Sí, me llamó mientras venías en camino. Estaba bastante alterada y quería que supieras que lo sentía.

Le dicen El DemonioWhere stories live. Discover now