Capítulo 21: Junio, segundo viernes

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«No volveremos a hablar de este asunto»

Siempre supe que Antonella se casaría primero.

Lo supe a los 15 años, cuando en unas vacaciones con la abuela, nos escapamos a una feria y mientras yo compraba unos discos piratas, ella se compró un vestido de novia de segunda mano y la corona de flores talladas que le hacía juego. Era una ganga, que algún día le haría falta, me dijo.

El recuerdo de ese suceso, llegó vívido a mi mente, mientras cruzaba la calle que me separaba del salón, donde se realizaría la cena. Yo no sabía mucho de esas cosas y los rituales me ponían nerviosa. Esperaba que al menos fuera rápido y no tuviera que relacionarme con nadie desconocido. Pero ese era un deseo difícil de conseguir. La mitad de los asistentes eran parte de mi familia paterna y tratarían de presentarme a la otra mitad que no conocía.

Sólo tienes que ir un ratito a la fiesta —suspiré.

Afuera, junto a la puerta estaba mi tío Benito. Reía a carcajadas con una señora que no reconocí.

Mi abuela solo tuvo tres hijos, lo que resulta poco para su época. Mi tío Benito, el mayor, es el gracioso, siempre tiene una anécdota que contar y una mirada que adelanta que está maquinando algo. Es un enamoradizo también, va por su tercera esposa y dos de sus matrimonios fueron precedidos de un enamoramiento explosivo y un divorcio complicado.

Apenas me divisó, levantó el brazo y lo agitó en una seña.

—¡Beshi!

La señora a su lado se giró y me miró.

Mi tío aprovechó ese espacio para levantar las cejas repetidamente, apuntarla con la mirada y volver a levantar las cejas. De esa forma intuí que la mujer a su lado, era su nueva esposa.

—Así que eres la famosa Beshi, a la que andan buscando —me saludó ella, con una sonrisa.

—Sí, así me dicen —le respondí arrastrando esas últimas palabras.

Era un apodo que usaba exclusivamente, esa rama de mi familia.

—Soy Amanda, la esposa de Beni, no sé si...

La mujer se detuvo de pronto, como para tantear mi expresión y a su espalda mi tío hizo un gesto rápido de asentimiento, que imité.

—Sí, claro, el tío Benito me ha hablado de usted un par de veces —mentí.

Mi tío me dirigió una sonrisa deslumbrante y levanto el pulgar en aprobación.

Era una mentira piadosa, aunque quizás él me habría comentado algo, si yo hubiera tenido una relación más cercana con mi familia paterna. Eso no lo llegué a saber.

Ella suspiró aliviada y sonrió.

Era necesario salir de ahí, si no quería que siguiera indagando.

—Entonces, ¿alguien me buscaba?

—Antonella —me explicó mi tío—. Quería que estuvieras en la foto familiar.

—¿En serio? ¿Aún están en eso? —pregunté compungida.

Mi atraso en la llegada estaba calculado para perderme esa parte del evento.

—Beshi, siempre Beshi —rio mí tío en una carcajada sonora.

Amanda se adelantó.

—Sí, están en el salón principal —me explicó con más ternura de la que jamás me habían tratado en la familia —¡Apura!

Asentí, me despedí con un gesto y corrí.

Tenía unas terribles ganas de perderme esa situación, pero eran menores que las que me alejaban de ese dúo.

Le dicen El DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora