Ocho

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Durante aquella oportunidad tuve un extraño sueño

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Durante aquella oportunidad tuve un extraño sueño. No, en realidad, se había tratado de una pesadilla o, en cierto sentido, de ambos: por un lado era algo lindo, de hecho, había empezado como algo hermoso y único pero, por el otro, había sido bastante feo y más que aterrador. En fin, así fue el sueño —o pesadilla o ambos a la vez—, que me acechó como si se tratara de un cazador infernal que llegó hasta a mí para destrozarme con crueldad: yo me encontraba en la calle, exactamente en el mismo lugar en donde Rocco había perdido la vida, pero el paraíso, ese que tanta alegría me había dado durante tantos años de mi vida —ya que siempre hacía encontrado en él una gran fascinación—, ya no era el mismo de siempre. Se encontraba seco en su totalidad, sin una sola hoja, se encontraba de la misma forma que gran parte de mi ser; estaba muerto. Me dio la impresión de que se encontraba allí, en medio de una vereda desierta por completo, solo con el objetivo de causar terror, pues, parecía ser como si fuera una sombra, meramente fantasmal y terrible, de lo que había sido antaño; me atemorizaba el simple hecho de verlo allí en aquel estado, como si algo con unas increíbles proporciones de maldad y perversidad se encontraran camufladas tras aquella sequedad, tras esa increíble putrefacción que no podía dejar de mirar. Era como si hubiera estado tomando, poco a poco, segundo tras segundo, una forma demoníaca, diabólica, como esas típicas que se pueden admirar en historias animadas de terror, pero mucho más horribles de tener que admirar en persona o, mejor dicho, en una maldita pesadilla del demonio. De un momento a otro, tuve que hacer un gran esfuerzo para lograr apartar la vista y dejar de imaginarme aquellas descabelladas ideas, aunque durante mucho tiempo, luego de aquella ocasión, tuve pesadillas acerca de eso, lo veía como si fuera un rostro desfigurado por completo, que rogaba por un poco de misericordia, por un poco de vida y de comprensión; un ser que pedía igualdad de condiciones y algo de la libertad de la que se le había privado. Tampoco su cuerpo se encontraba ya entre mis piernas, ni siquiera, yo estaba sentado llorando en su cabeza, sin embargo, lo único que no había cambiado de una manera tan radical, había sido la tarde, solo que en el sueño, de un momento para otro, empezó a nevar y, justo en aquel preciso momento, una voz, como salida de ultratumba —que me había logrado darme un susto de muerte—, me llamó por mi nombre. Me encaminé hacia ella, porque noté algo que se me hizo más que familiar a pesar de que me había dado la impresión de que, fuera quien fuera que me había llamado, hubiera tragado tierra, barro, para ser exactos. No podía hacer otra cosa, mis piernas comenzaron a caminar por sí solas, tal y como si tuvieran voluntad propia y no respondieran a ninguna de mis órdenes; de un momento a otro, sentí que ya no estaba caminando, por alguna razón loca de los sueños, miré hacia el suelo y me di cuenta de que, en realidad, me estaba "desplazando" hacia mi encuentro. Flotaba como si fuera una suerte de espectro que comprende, de repente, que en realidad ya no tiene vida y está muerto.

Entonces sentí un ruido extraño y alcé la vista de nuevo, sin dejar de salir de mi asombro, boquiabierto como nunca en mi vida. Allí, en medio de una tormenta de nieve de película, una en la que se alzaban interminables torbellinos y torbellinos de densa —y peculiar— blancura, que impedían una vista clara, se encontraba Rocco, que había empezado a ladrar de una forma descorazonadora. Estaba terriblemente maltratado, su cuerpo lleno de lodo, mierda y sangre seca, como si fuera una paradoja infernal, de sus heridas manaba sangre coagulada y, en algunas otras, estaba totalmente fresca, tal y como si se las hubieran provocado en ese mismo instante, de hecho, no podía dejar de admirar cómo iban apareciendo unas detrás de otras, sin cesar. De repente me dijo algo, aunque no había podido llegar a comprenderlo del todo, pues, su voz se había entrecortado de una manera bastante increíble; a pesar de todo, de alguna u otra manera, pude ordenar las palabras con mi mente y establecer una frase con sentido, si es que a eso se le puede llamar así.

—Roly el día en que... ¡no lo hagas, no lo des... no de... que el... te.... pose!.... ¡que no se despiertes!, ¡no tenés que preocuparte por mí! ¡Siempre que te acuerdes de mí con mucho cariño y con una dulce sonrisa, yo te voy a admirar desde acá arriba y todo va a estar bien! Por favor, prometeme que nunca vas a olvidar estas palabras, ¿sí? —me suplicó con una voz que a punto había estado del llanto y, luego de decirlo, de darme aquel ininteligible mensaje de esperanza, por decirlo de alguna manera, una luz brillante hizo acto de aparición desde el cielo, curó todas y cada una de sus heridas, lo limpió y lo purificó de todo el mal que lo aquejaba y se lo llevó. Al final de su ascenso a los cielos, lanzó un aullido final, cariñoso y alegre, como los que siempre lo habían caracterizado y con el que logró estremecerme por completo.

—¡Te lo prometo!, te lo prometo, te lo prometo... te lo prometo, te lo prometo —repetía yo, de forma incesante, en lo que, de alguna manera, pestañé y abrí los ojos, que había mantenido cerrados para no llorar, para mantenerme fuerte, hasta que me di cuenta de que, el brillo intenso del sol, cegaba mi vista: me había quedado dormido cerca de catorce o quince horas y me había sorprendido encontrarme en mi cama. Todo había sido tan vívido, hasta me había dado la sensación de que aún percibía su espíritu allí, brillando como nunca, como siempre, con todo el esplendor de su bella esencia.

En realidad solo dormía esa cantidad de horas si me encontraba totalmente fatigado y ultimado, fuera por la razón que fuera, pero comprendí que esa clase de cansancio era mental más que ninguna otra cosa; mi mente se había "desconectado" del mundo, por decirlo de alguna forma y supongo que eso fue lo mejor que me hubiera podido suceder porque, de lo contrario, hubiera sufrido de una increíble crisis de nervios, de un colapso nunca antes experimentado. Mi cuerpo se encontraba sudoroso como nunca y tenía lágrimas en mis mejillas, producto del sueño —y de la realidad— que aún tenía que seguir afrontando, pues por mucho que me pesara, el jamás volvería a mí y eso lo supe en el preciso momento en que desperté. Supuse que habían perdurado hasta el momento en el que había despertado. «Todo fue real, esto fue más que solo un sueño» contemplé una loca idea. A partir de esa noche, nunca más soñé nada más relacionado a él, ni siquiera, tuve otra pesadilla, al menos, no durante mucho tiempo. Cuando las llegué a tener, eran pájaros de otro cantar, no fueron más que sueños pesados por exámenes y preocupaciones meramente triviales.

Durante aquella tarde mi papá y yo enterramos a nuestro querido Rocco en el patio que teníamos detrás de la casa y procuramos recordarlo siempre con una sonrisa, aunque nos costase mucho poder hacerlo, de hecho, ambos habíamos llorado por su muerte —y por su despedida—, una vez más.

Fue después del entierro cuando empecé a sentirme mejor, no mucho pero algo sí. Aun así, a día de hoy, no puedo olvidarme de él, al menos, no puedo sacarme de la cabeza la manera en que el pobre había muerto, como así tampoco había podido olvidar la forma en que sostuve su suave cabeza marrón mientras él daba sus últimos suspiros y de cómo, junto con un fuerte y cegador rayo que caía en algún lugar de la ciudad, su vida terminaba como si el relámpago y Rocco compartieran la misma vida, como si la vida de uno fuera imposible sin la del otro, como si se trataran, de alguna que otra misteriosa manera, del mismo ser. Es doloroso, pero es parte de la vida, nunca nos sobreponemos del todo a cosas por el estilo, pero es comprensible, pues si nos olvidáramos de la muerte de un ser querido, no podríamos recordarlo con una sonrisa, estaríamos negando la vida, lo que compartió junto a nosotros y lo que uno compartió junto a ellos.

Nunca pude sobreponerme del todo a su muerte y, desde ella, decidí no tener ningún animal más, bueno hasta que el destino quiso que le diera hogar a uno más, unos quince años más tarde.

Loki (Wattys 2020 Horror)Where stories live. Discover now