Veintiséis

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Los días de espera que tuvimos que afrontar para poder irnos del hospital, en principio, transcurrieron de forma algo lenta, pero luego varios familiares nos visitaron

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Los días de espera que tuvimos que afrontar para poder irnos del hospital, en principio, transcurrieron de forma algo lenta, pero luego varios familiares nos visitaron. Mi padre, que había viajado desde Lima en cuanto se había enterado por una llamada mía, nos había felicitado pero, por supuesto, que él había sido de los primeros en enterarse de que Karen estaba embarazada; como se había adelantado, había sido una sorpresa para todos. También Aldy y Richie nos visitaron muchas veces y yo, cada dos horas y cuarto o algo así, salía del hospital y estacionaba el coche en otro lugar, ya que solo se permitía tener estacionado cualquier automóvil en un lugar por no más de tres horas en sitios públicos, como lo era en ese caso el hospital y, de noche, me quedaba allí y lo llevaba a un estacionamiento privado.

—Mañana ya le voy a dar el alta —nos dijo Juan, el viernes a las ocho de la noche—, y van a poder estar en su casa. Va a ser a las diez de la mañana. —Nosotros volvimos a aprovechar la ocasión para agradecerle por todo lo que había hecho por nosotros y por lo tan amable que había sido.

Al día siguiente, me levanté tres horas antes de que tuviéramos que regresar a casa. A las siete y cuarto, pasé a retirar —por última vez— el Chevy del estacionamiento donde había estado sometido las últimas tres emocionantes noches, incluyendo una noche en la que había llovido bastante y había caído granizo de una forma que hacía mucho tiempo que no sucedía. Hacia las siete y media, había conseguido un estacionamiento cercano a la entrada del hospital; volví a la habitación donde se encontraba Karen y pude volver a dormir durante dos horas más, hubiera creído que no lograría pegar un ojo en toda la noche, además, dormir en una silla no es nada sencillo, al menos, no para mí y siempre termino con el cuello dolorido. Durante la primera noche, por ejemplo, me había costado muchísimo poder dormir, si quiera, unos segundos. Eso había sido ya más de dos días y medio atrás; últimamente estaba durmiendo poco por la ansiedad y, a fin de cuentas, me quedé dormido casi al instante, como si el cansancio me hubiera ultimado.

Al fin había llegado la hora de irnos y Jeremías nos había venido a despedir. Nosotros le volvimos a agradecer todo lo que había hecho por nosotros, sí, lo habíamos hecho una vez más, aun; es que, en realidad, creo que no le habíamos agradecido lo suficiente, no si hubiéramos sabido las cosas que sucederían en algún momento, más adelante en nuestras vidas. Y él nos sonrió y se había despedido —de la manera más atenta— de nosotros.

Jeremías había sido una de las pocas personas en mi vida que nos había tratado así y yo me sentía orgulloso de eso y, de siquiera, poder haberlo conocido, ya que resultaba ser una persona respetable y muy cálida. En eso se diferenciaba de muchas otras que había tenido la desgracia de conocer, como lo había sido, unos cuantos años atrás, en una imagen que ya veía borrosa y totalmente degradada, el pedazo de basura de Clarence Smith.

Ya cuando los tres estábamos en la planta baja, vi de nuevo a la señora que me había atendido el otro día, el miércoles, para ser exactos. Al verme se, quedó pensando en algo, según nos pareció.

Loki (Wattys 2020 Horror)Where stories live. Discover now