Capítulo 1:

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Esa noche mientras se masturbaba frenéticamente mientras tomaba un baño, se sentía un pedófilo, pederasta, sin escrúpulos al sexualizar a un niño que ni siquiera aun sabia de los subgéneros.

Pero joder al recordar esa mirada intensa azulada enfocada solo en él, sus tiernos y carnosos labios al susurrar el querer saber su nombre, sus pequeñas manos rozando las suyas, lo ponía duro, duro como una piedra.

Se vino con un grito sofocado por una mano en su boca, aun se sentía insatisfecho, su omega gimoteaba por su alfa.

Termino masturbando su culo con un dildo debajo de las sabanas, con un gran puñado del suave lienzo en la boca, para no hacer ningún ruido y no despertar a su hermano, en momentos como ese odiaba dormir en el mismo cuarto.

Con sus ojos en blanco enloquecido de placer, empujada cada vez más profundo el consolador, apretando los dedos de los pies, mientras magullaba su próstata en cada áspera entrada y salida, provocando sacudidas en su cuerpo indefenso ante el gozo, respirando agitado a través de la nariz, tuvo su tercer orgasmo de la noche, aun sin resultados, aun con la insatisfacción latente, aunque estaba seguro que los orgasmos junto a su alfa serian celestiales.... aún era un niño.

A la mañana siguiente, aunque ojeroso, se había pasado solo un poco satisfaciéndose, si se podía llamar así, se levantó temprano, aún que moría por cinco minutos más, salió de la cama con la única convicción de encontrarlo.

Los días siguientes se las paso parte de la mañana y parte de la tarde después de salir de la escuela en el mismo árbol donde lo conoció.

Nada.

Se podía comenzar a creer que nunca existió o se lo había tragado de la tierra, si no hubiera tenido un celo prematuro y si no hubiera estado caliente los últimos días como nunca en su vida, hubiera creído que todo habría sido un juego de su mente destruida, incluso pregunto a niños que frecuentaban el parque, pero nadie sabía darle el paradero de su alfa, comenzaba a rendirse.

Dejando caer la cabeza sobre el escritorio, suspirando apesadumbrado, tenía sueño, no había dormido bien las últimas noches pensando en encontrarlo y se levantaba temprano para buscarlo, si esto continuaba su salud se vería involucrada.

Sus parpados comenzaban a pesar, su entorno se diluía en una neblina densa, comenzó a soñar con Giyuu, una katana, demonios come humanos, una organización, compañeros fuertes y su gran amor, Tanjiro, otro cazador que lo que llegaba a entender se trataba de él, en esa otra vida.

— Sumihiko, Sumihiko — abrió los parpados con pesadez al escuchar su nombre, salto sorprendido ante la cercanía de su amigo rubio, ¿Siempre fue así? Tojyuro era alfa, nunca se había puesto a pensar que el aroma de su amigo estuviera todo el tiempo en él, siempre estaban juntos ¿Lo habría estado marcando todo el tiempo?

— Hay un niño pequeño en la entrada hace mucho tiempo, parece que ha estado diariamente parado allí buscándote, dice que tu salvaste a su gatito — no lo pensó mucho antes de salir disparado hacia la entrada, corriendo desaforrado por los pasillos de la escuela, salto entre escalones, saltando el ultimo descanso hasta que sus pies tocaron el camino hacia la salida.

Su corazón se aceleró de solo verlo de lejos, su cuerpo comenzó a temblar de deseo, sus mejillas se tiñeron de rojo escarlata, lo atraía como ningún otro, su raciocinio se disipaba, su único y perfecto alfa.

— ¡Giichi Tomioka! — su carita de ángel le sonrió al verlo.

Sus rodillas comenzaron a temblarle conforme la cercanía del alfa se hacía cada vez más cercana, el aroma del niño era empíreo, su cuerpo comenzaba a hervir a más de 55 C, lo necesitaba para el solo.

Como Algún día  ⌠GiTan⌡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora